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4 de julio de 2019

Jueves 4 de Julio de 2.019

Tiempo Ordinario /13º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 9, 1-8

El poder de Jesús, Dios, de perdonar los pecados

1Subió luego (Jesús) a una barca, y, haciendo la travesía llegó a su ciudad. 2Le presentaron a un paralítico acostado en su lecho, y viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Confía, hijo; tus pecados te son perdonados. 3Algunos escribas dijeron dentro de sí: Este blasfema. 4Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5¿Qué es más fácil, decir <<Tus pecados te son perdonados>>, o decir <<Levántate y anda>>? 6Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu lecho y vete a casa. 7El, levantándose, fuese a su casa. 8Viendo esto, las muchedumbres quedaron sobrecogidas de temor y glorificaban a Dios de haber dado tal poder a los hombres.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

El poder de Jesús, Dios, de perdonar los pecados

Veamos, hoy voy a darte una clase de catequesis, porque quiero que entiendas bien esto que voy a decirte: Dios se hizo humano, así de claro y sencillo; recordemos que Dios creó el mundo y creó a Adán y Eva, y su pretensión y deseo era que las personas vivieran en el Paraíso, al cuidado de las plantas y los animales, y que éstos últimos fueran sus compañeros; es muy importante que recuerdes esto, que la voluntad de Dios era que tú, tú, tú nacieras y vivieras en el Paraíso, sin pasar dolor ni muerte, sin tener que trabajar y disfrutando de las bellezas de la creación. Pero el Demonio, astutamente, se interpuso en los planes de Dios y convenció a Eva para que desobedeciera a Dios y recibiera el castigo de su desobediencia. ¿Y cuál es el castigo?, el castigo es que fueron, Eva y Adán, Adán y Eva, arrojados del Paraíso, ¡echados fuera!, lejos del privilegio de una vida eterna llena de felicidad. Y aquí estamos nosotros, sus descendientes, viviendo en lo que llamamos el planeta Tierra, fuera de la zona del Paraíso, aquí sufriendo, y teniendo que morir, porque, por el pecado, se terminó la vida eterna. Así estaban las cosas antes de que naciera Cristo, nuestro Niño de Belén, ¡Jesús! el Hijo de la Virgen María y de Dios mismo. Necesitas fe para entenderlo, y si pides fe, lo entenderás; cuando entiendas esto, será la señal de que tienes fe; si no crees que la Virgen María es la Madre de Dios, no tienes fe, porque Dios, el Creador, vino al mundo como Dios Hijo, por la aceptación de María, de la Virgen María, de ser su Madre bendita; y Ella dijo sí, y el Espíritu Santo la cubrió con su sombra y fue engendrado un Hombre, que es Dios. Es de fe.

Sigamos, Jesús, el Hijo de Dios, Dios Padre, vino a rescatar lo que tanto amó, ama y amará, a las personas, a ti. Dios, Jesús, padeció y sufrió en su cuerpo, sin tener ninguna culpa, porque siempre, en todo, obedeció a Dios Padre, siempre cumplió los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, la Ley que sella la Alianza entre Dios y el hombre, esta alianza que hizo Dios con Moisés para que su pueblo, Israel, pudiera recibir de Dios la Tierra Prometida; y la recibió, pero ahora, con Jesús, la tierra prometida es el Reino de los Cielos; la Tierra Prometida no está en este mundo, sino que está en El Más Allá, donde para ir, debemos despojarnos del cuerpo, dejarlo aquí, y se deja aquí por la muerte, y nos vamos, vamos a otra vida, que tiene dos destinos, o el Cielo o el Infierno, porque antes que el hombre, existió el Ángel, los Ángeles, y como narra la Historia Sagrada, en un principio se rebeló un Ángel contra Dios, y acaudilló a muchos otros Ángeles que le siguieron, y con él se rebelaron contra Dios; y el Arcángel San Miguel, de los ángeles que seguían a Dios, con los ángeles fieles a Dios, lucharon contra Satanás y sus secuaces, y naturalmente, ¡ganaron los buenos!, ganó la batalla San Miguel y echó a los Demonios del lugar donde vive Dios y lo Santo.

Como te he dicho, un Demonio tentó a Eva, y Eva creyó más en las palabras falsas, que en la Verdad, y comió del fruto prohibido. Es decir, Satanás sedujo a la mujer, y por ser ella libremente seducida, luego de dar de la fruta a Adán, ambos fueron expulsados del Paraíso, por haber, Eva, obedecido a la mala tentación con la que el Demonio la sedujo. Ocurre ahora igual, todos los que son tentados por Satanás a no obedecer, a no cumplir los mandamientos, a “comer la fruta”, que es el pecado, todos éstos, cuando salen, por la muerte, de la vida terrena, van al Infierno, de la misma manera que Eva y Adán salieron, fueron echados del Paraíso, y fueron a vivir a una tierra dura, llena de dolores y sufrimientos, donde la muerte existió por primera vez y existe en este Planeta Tierra. Todos los que van contra Dios, éstos no van al Reino de los Cielos cuando mueren, sino que van al Infierno, y todos los que imitan a Cristo, al Niño de Belén, que no le importó nacer pobre, ser emigrante, vivir trabajando, y recibir las injusticias de los demás, haciendo siempre el bien y lo bueno, cumpliendo la voluntad de Dios, éstos van al Cielo, como Él, como Jesús, como el Niño de Belén, como el Hijo de la Virgen María, como puedes ir tú si quieres, porque el Demonio tienta ¡a todos!, y muchas veces al día, incluso durante la noche, a veces en los sueños, otras en las experiencias nocturnas, pero siempre eres tú quien decide libremente, si resistir a la tentación o caer en ella; tú, con tu fuerza de voluntad, creas tu destino, eliges tu estrella, haces de tu mundo, un mundo mejor. ¡Viva Dios!

Este Jesús, que es Dios, tiene el poder de perdonar los pecados, lo leemos en este Evangelio de hoy, pero Dios necesita de ti, de tu voluntad, de tu DESEO de que Dios te perdone; y Dios perdona, como leerás más adelante en el Evangelio. Jesús les dijo a sus discípulos “todo lo que atéis en la tierra, será atado en el Cielo, y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el Cielo”, eso quiere decir que los apóstoles, que los obispos, que los sacerdotes, recibieron de Dios el poder de perdonar los pecados, para que su pueblo, los cristianos católicos, puedan ir al Cielo, se curen de las picaduras de las serpientes, como se curaban los israelitas en el desierto de las picaduras de las serpientes mirando el estandarte de una serpiente que Dios le pidió a Moisés que fabricara para ellos, para que mirándola, los que hubieran sido picados por alguna serpiente, fueran curados. El símbolo de la serpiente, a mí a veces me hace pensar en los malos sacerdotes que confiesan, que perdonan por Dios los pecados, pero que ellos son malos, pero Dios ama al pueblo, ama a los que en su corazón, quieren ser de su pueblo, son su pueblo, tú, cristiano católico.

P. Jesús
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