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20 de septiembre de 2018

Jueves 20 de Septiembre de 2.018

Tiempo Ordinario /24º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 7, 36-50

“Tu fe te ha salvado, vete en paz”

36Le invitó (a Jesús) un fariseo a comer con él, y, entrando en su casa, se puso a la mesa. 37Y he aquí que llegó una mujer pecadora que había en la ciudad, la cual, sabiendo que estaba a la mesa en casa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento, 38se puso detrás de Él junto a sus pies, llorando, y comenzó a bañar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento.

39Viendo lo cual, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: Si éste fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, porque es una pecadora. 40Tomando Jesús la palabra, le dijo: Simón, tengo una cosa que decirte. El dijo: Maestro, habla. 41Un prestamista tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios; el otro, cincuenta. 42No teniendo ellos con qué pagar, se lo condonó a ambos. ¿Quién, pues, le amará más? 43Respondiendo Simón, dijo: Supongo que aquel a quien condonó más. Díjole: Bien has respondido. 44Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa, y tú no me diste agua a los pies; mas ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45No me diste el ósculo, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besarme los pies. 46No ungiste mi cabeza con óleo, y ésta ha ungido mis pies con ungüento. 47Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados porque amó mucho. Pero a quien poco se le perdona, poco ama. 48Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49Comenzaron los convidados a decir entre sí: ¿Quién es éste para perdonar los pecados? 50Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

“Tu fe te ha salvado, vete en paz”

Esta es la alegría que recibían los que acudían a Jesús, Dios, y eran sanados y curados, tanto del cuerpo como del alma. Luego, con paz, Dios, Jesús, los despedía pidiéndoles que no volvieran a pecar, y les decía también: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Ni Dios puede obligarte a que dejes la fornicación, el adulterio, ¡ni Dios!. Eres libre, realmente libre, por lo cual, tú y sólo tú, vas a recibir el castigo divino o el premio de una vida para siempre, en las mejores condiciones para el ser humano, que es alma y cuerpo.

Hay quien sólo quiere saciar su cuerpo y no tiene en cuenta que es alma y cuerpo, porque dime, ¿cuántos han muerto y se han llevado con ellos a su cuerpo?, NADIE. Ni tú lo harás; como todos, vivirás la realidad de morir y dejar tu cuerpo aquí, e irte del mundo terrenal, viviendo tu vida espiritual, donde serás juzgado por tus obras terrenas, por lo que has hecho con tu cuerpo; ese cuerpo te sentencia, y debes saberlo. Quisiera que oyeras de Cristo, la sentencia: “Tu fe te ha salvado, quédate conmigo, Soy la Paz”, e ir al Cielo por toda tu eternidad, sí, esto es lo que deseo para ti, para todos, pero la decisión es de cada uno-a; no hay excusas de que si te provocaron, de que si fue venganza, de que si hiciste como la mayoría; pero es que la mayoría va al Infierno eterno, por sus pecados. ¿Cuántos van a confesarse?… pocos… ¡no se ven colas en las iglesias para confesarse! ¿Qué pasa?… todos estos que no se confiesan y pecan y pecan, van al Infierno; ¡es de fe!

Se ha hablado mucho de la Misericordia de Dios, que Dios tiene misericordia infinita, y la tiene, como también es justo.

Difícilmente, el que lleva una vida de promiscuidad, de corrupción, éste-a, delante de Dios, no sepa que se ha portado mal; lo sabrá, como ahora lo sabe, aunque se justifica que es porque necesita dinero, trabajo, ¡amor!…

Las cosas, en este mundo, también se pueden hacer bien, y siempre; con la ayuda de Dios, se puede. Quien se excusa, es que no tiene a Dios, es que no confía en Dios, es que no se fía de la Palabra de Dios. ¡Empieza de nuevo!; primero con una buena confesión, seguida de oír Misa y comulgar; y busca y vive la paz.

Es aquí y ahora, cuando uno-a tiene que cambiar de vida, y vivir, ya, la vida de la unión con Dios, la vida de la paz.

P. Jesús

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