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18 de diciembre de 2017

Lunes 18 de Diciembre de 2.017

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 1, 18-24

Jesucristo, Dios y hombre verdadero

Mat 1:18 La concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes de que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo.
Mat 1:19 José, su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto.
Mat 1:20 Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo.
Mat 1:21 Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados».
Mat 1:22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta que dice:
Mat 1:23 “He aquí que la virgen concebirá y parirá un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel», que quiere decir “Dios con nosotros”.
Mat 1:24 Al despertar José de su sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, recibiendo a su esposa. 

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Jesucristo, Dios y hombre verdadero

Así tenía que ser y es, el que Jesucristo es Dios, y para vivir en el planeta Tierra, usó del cuerpo que la Virgen María le cedió, unida Ésta en amor a Dios Espíritu Santo.

Dios no necesitó de ningún esperma para dar vida a su vida, pero quiso tener Madre, y la tuvo y la tiene, en la Virgen María.

Dios es Dios y es el Mesías, es el Verbo y es el Amor y la Fuerza de toda la vida, de toda vida.

Darte vida a ti mismo, no puedes.

Tampoco puedes quitarte la vida, porque aunque mueras físicamente, vives para siempre, porque tu vida es la Fuerza del Amor, de esta alma que eres y que tiene necesidad de ser buena, ¡la mejor!; por eso tienes una conciencia que regula tus obras y pensamientos, y sabiendo del bien y el mal, tienes la oportunidad de cambiar, de decidir qué hacer con lo que eres, cuerpo y alma.

¿Qué quieres hacer de ti y contigo?…

Puedes hacer lo que quieras, tienes un libro abierto, el libro de tu vida, que puede contener lo que decidas. Y todo lo malo que has hecho hasta hoy, puede ser borrado de tu libro, si vas, arrepentido, a confesarlo, a confesarte de tus pecados, ante un sacerdote católico; porque Dios quiere esto, que te arrepientas y recibas el sacramento de la penitencia, que te borra del libro TODO LO ANTERIOR AL MOMENTO DE LA CONFESIÓN. Cree y disfruta de la oportunidad que te da la Gracia de Dios, de empezar una nueva vida, siempre que te haga falta, siempre que necesites ponerte a bien con Dios.

Dios es real, como hombre y como Dios. Y tú eres real, como persona, como hombre y como hijo de Dios.

¿Quieres vivir como hijo de Dios?…

Si quieres vivir uniendo cuerpo y alma, para el bien de quien eres, y no sólo para las ventajas que crees que puedes tener en la tierra, sino para las ventajas de ser un ser espiritual, con una vida carnal, para moverte en el planeta Tierra, y pasar las pruebas de la vida para recibir la herencia del Cielo, donde perteneces, donde Dios te dio vida, porque Dios vive en el Cielo; y allí, donde vive, te creó y te puso dentro del cuerpo, que dos personas, femenina y masculina, te dieron vida; entonces, si tú quieres ser lo que ya eres, pero serlo a conciencia, es decir, viviendo plenamente, para plenamente vivir para siempre, entonces, ¡fácil!, ¡hazte libre!, sé libre de verdad, porque puedes serlo, y empieza a escribir de nuevo en tu libro de tu vida, con las palabras de tu amor. Porque cuando ames, querrás lo mejor para ti y para todos, y lo mejor para ti y para todos, es que seas realista y te sepas lo que eres: hijo de Dios, ¡de verdad!, con cuerpo humano y alma inmortal, que eso eres y serás, elijas o rechaces tu verdad.

Pero si eliges hacer el bien, a partir de siempre que lo elijas, ve a confesarte, y quedarás limpio de pecado, porque Dios, Jesús, que es Dios y hombre verdadero, como hombre, sufrió por ti; y como Dios, te redimió y te entregó la salvación tuya, si quieres; ¿quieres ser salvado?, ¿quieres ir a vivir al Cielo cuando dejes tu cuerpo, por tu muerte?; entonces, lo tienes fácil, sólo depende de ti, únicamente de ti, porque es una cosa entre tú y Dios; ve al confesonario y pide perdón, de rodillas, por tus pecados; esos que has hecho adrede, sabiendo que podías evitarlos y no lo hiciste, sino que te dio la gana de hacer el mal, porque sí; esto son los pecados; porque tú puedes decidir siempre ser bueno y hacer el bien, y si hace falta, te apartas de los que te incitan a pecar, y alejándote de ellos, les das el ejemplo de elegir lo mejor para ti, y para ellos, que es NO QUERER PLEITOS, que es no querer darles ni celos, ni envidias, ni ganas de fastidiarte tu vida; sino que más bien, les bendices cada día y vives la discreción, para no ser tu bondad motivo de su maldad. Que eso ocurre tantas veces, sobre todo en la familia, en la amistad, en que unos se creen dueños de otros, y en vez de ser dueños de sí mismos y dominarse en lo malo para hacer lo bueno, son causa de tropiezo para los que quieren vivir en la paz de la fe. Porque donde hay verdadera fe, hay paz, por la caridad de las obras en la esperanza.

Es Navidad, y Dios quiere darte, como en todo el año, la oportunidad de vivir para el Reino de los Cielos.

Decide, porque así no puedes seguir viviendo, siendo el motivo y la causa de que otros pequen tanto, por molestarles tus cualidades, por enfadarles con tus defectos, que también tienes, y que ellos dicen que no pueden soportar. Si no pueden, y quizás no puedan, mejor los dejes en paz, hasta que puedan soportarte como eres, que tantas veces, cuando pierden, ganan y buscan y aceptan lo que hay.

Quien viva una situación así, me comprenderá y aceptará mis palabras, y las meditará y las pondrá en práctica, para el bien de las almas.

A veces se pierde para ganar.

A veces hay quien teme perder lo poco que le dan, y entonces nunca le podrán dar más; esos mismos que le dan poco y que le darían más, con el tiempo y la distancia de poder pensar, sin la presión de la presencia, sin la acción de las obras del que no sabe qué más hacer para que, sea lo que sea lo que haga, se le acepte como lo que es, su vida.

Amén.

Quien tenga ojos para leer, que lea, y si es de los que ponen dolores a las almas, comprenda que ellos son los causantes del alejamiento de quien los ama, pero no recibe amor de ellos, sino palos y broncas, y ¡ya no puede más!

Nadie es dueño de nadie.

Dios es nuestro verdadero Padre.

P. Jesús

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