Miércoles 12 de Agosto de 2.020
Tiempo Ordinario/19º
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Evangelio:
San Mateo 18, 15-20 La corrección fraterna (Dijo Jesús a sus discípulos): 15Si pecare tu hermano contra ti, ve y repréndele a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16Si no te escucha, toma contigo a uno o dos, para que por la palabra de dos o tres testigos sea fallado todo el negocio. 17Si los desoyere, comunícalo a la Iglesia, y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano.18En verdad os digo, cuanto atareis en la tierra será atado en el cielo, y cuanto desatareis en la tierra será desatado en el cielo. 19Aún más: os digo en verdad que, si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre, que está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
La corrección fraterna Somos personas para vivir en familia, en grupo, en comunidad. Vivir de esta manera implica roces y dolor, porque cada uno tiene falta de virtudes, y por si esto fuera poco, a algunos se le añade la mala intención de corazón, el hacer las cosas deliberadamente para ir contra la voluntad de Dios: esto es el pecado. Por eso, si un hermano tuyo peca, ve a él y, con la delicadeza de la caridad, díselo, dile lo que de él ves. Si no te hace caso, dilo a dos personas de tu comunidad, y que ellas vayan y pidan caridad y den caridad. Si no hace caso, dejad a esta persona por mala y, apartándoos de ella, rezad por ella y sufrid el dolor de que es un pecador que no quiere arrepentirse. Confiad en Dios, pero vosotros no tengáis tratos con él, porque prefiere pecar a estar a bien con Dios. Tened misericordia y seguid viviendo vuestra vida de piedad y de Gracia. La vida trae estas cosas, el tener que abandonar a amigos, a familiares y vecinos por elegir a Dios, que no quiere que te vuelvas pecador. No creas que tú puedes cambiar a esta persona y que quedándote con ella, reaccionará; tú no eres Dios, y tu labor es salvarte tú, porque debes amarte como a los demás, igual que a los demás, ni más ni menos, por eso, si quieres que esa persona se salve, ¡sálvate tú! P. Jesús |