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11 de septiembre de 2018

Martes 11 de Septiembre de 2.018

Tiempo Ordinario /23º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 6, 12-19

Jesús oró a Dios Padre

12Aconteció por aquellos días que salió Él (Jesús) hacia la montaña para orar, y pasó la noche orando a Dios. 13Cuando llegó el día, llamó a sí a los discípulos y escogió a doce de ellos, a quienes dio el nombre de apóstoles: 14Simón, a quien puso también el nombre de Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, 15Mateo y Tomás, Santiago el de Alfeo y Simón, llamado el Celador; 16Judas de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.17Bajando con ellos del monte, se detuvo en un rellano, y con Él la numerosa muchedumbre de sus discípulos, y una gran multitud del pueblo de toda Judea, de Jerusalén y del litoral de Tiro y Sidón, 18que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades; y los que eran molestados de los espíritus impuros eran curados. 19Toda la multitud buscaba tocarle, porque salía de Él una virtud que sanaba a todos.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Jesús oró a Dios Padre

¿Y tú oras, y a quién oras?, te lo digo para que lo medites, porque hay quien ora simplemente, sin saber a quién ora; habla de sus penas en voz baja, en voz alta, en pensamiento, pero no dice, no se dice, que habla a Dios, ¡y hay que decirlo!, porque existe Dios y existen los ángeles, seres espirituales, y entre los ángeles, hay los ángeles buenos y los ángeles malos, y a los ángeles malos, se les llama demonios; y no hay nadie más, no, nadie más puede oírte, sólo Dios que es Espíritu, y en Cristo, es hombre también, pero no hay nadie más que Dios, o los Ángeles, o los demonios. Bueno, sí, hay alguien más que te oye cuando oras, cuando hablas al espíritu, por tu deseo de conexión espiritual, que es la vía de comunicación, el deseo. Sí, por el deseo, uno se conecta con Dios, con los ángeles, con los buenos ángeles y los malos ángeles, y también con la Virgen María; ¿y por qué?, porque Ella ya subió a los Cielos, está en Dios, como los Santos, que también, si Dios quiere, pueden oírte; ellos sólo te oyen con el permiso de Dios, al igual que a la Virgen María, Madre de Dios; pero, ¿pero quién podría negarle a la Madre de Dios, que nos oiga siempre?; a los santos, Dios se lo niega, porque no pueden sufrir, de oírlo todo, de verlo todo, como hace Dios; y también lo ven los ángeles y los demonios, aunque sólo Dios ve el corazón, ve lo que contiene tu corazón, ¡nadie más que Dios, Uno y Trino!, sólo Él, Dios; pero la Virgen, Ella no murió, ¡está viva en el Cielo!, así es de cierta la verdad, ¡tu Madre vive!, la Plena de Gracia, vive, como vivirían eternamente Adán y Eva de no haber pecado, y María, la Virgen María, no pecó ¡NUNCA!, por más pruebas que pasó, y todos sabéis que pasó por grandes y dolorosas pruebas, ¡más que las tuyas!, sí, lo repito, ¡MÁS QUE LAS TUYAS!, y las soportó, las vivió con fe, esperanza y caridad; y ahora viene la pregunta: ¿haces tú esto?, ¿vives tus angustias, tus desgracias, sufrimientos, contrariedades, penas, enfermedades, pérdidas…, las vives en Gracia de Dios?… A ver, contesta ¿Vives tu vida en Gracia de Dios?, ¿estás pendiente de confesarte, a la mínima que pecas?… Un día escribiré una novela fantástica, de fantasía, para haceros entender la belleza y el don de la gracia. Sí, lo haré, un día. Pero ahora estoy hablando contigo, contigo que me lees y no sabes bien-bien a quién rezas. Y te estaba hablando de tu Madre, hijo de María, ¡tú!, sí, de la LLena de Gracia, de la que por su naturaleza, como la de Adán y Eva, es Plena de Gracia; y tú vives en Gracia, no como la Gracia de la plena de Gracia, María, sino con la Gracia Santificante, cuando has confesado, porque pecas, tú pecas, ¡claro que pecas!, si lo sabré yo; todos los sacerdotes sabemos que los hombres todos, menos Cristo y María, son unos pecadores. Ahora quieres saber si San José pecó, si pecó, ¿cómo es que es Santo, si no usó de los sacramentos? ¿No besó a Dios, al Hijo de María y de Dios?; y ¿qué haces tú cuando comulgas?, besas a Dios, sí; por la fe, por tu bendita fe, cuando comulgas te abrazas a Dios y lo besas; y San José hizo como tú, aceptó al Hijo de Dios y la Virgen María, y lo abrazó y lo besó, ¡tantas veces!, tantas; también le sirvió, sí; toda su vida, la de San José, fue servicio pleno, a horario completo; con su trabajo ordinario y todos sus afectos buenos, sirvió a Dios, al Niño Jesús, y a su Madre, la Madre de Dios, la Virgen María; y sí, va otra pregunta más, para ti; ¿haces tú lo mismo, además de besar a Jesús, abrazarte a Jesús en la Eucaristía?; ¿tú sirves a Jesús, Dios, y a la Virgen María?… Vamos a ver, ¡no mientas!, porque diciéndote la verdad, podrás empezar una vida mejor, la vida del servicio a Dios; ¿cómo?, imitando a la Sagrada Familia, meditando sobre lo que cada uno hizo por Dios; ¿qué hizo la Virgen María?…, ¿qué hizo Jesús, Dios Hijo?…, ¿qué hizo San José?… Ya lo sabes, tienes deberes, así que coge la Sagrada Biblia, y empieza a leer los Evangelios, y sigue, sigue… porque luego, después de hallar en ellos, la vida de Dios, de Jesús, José y María, hallarás, seguirás leyendo, y encontrarás la vida de los primeros cristianos, esos que te han precedido en la fe, esos que son santos y que pueden oír tu oración, si Dios se lo permite, y muchas veces se lo permite, cuando son cosas buenas, cuando hablas con fe, esperanza y caridad. Los Santos no oyen las oraciones de odio contra Dios o contra otros, ni las que van contra la Virgen María, pero María sí que las oye, María lo oye todo; no ve los corazones, pero todos están en su corazón maternal; Ella escucha siempre, por eso la imagen de María es con lágrimas en los ojos, ¡siempre llora!, porque sabe todo lo que pasa, sabe todo lo que haces, como lo saben las buenas madres; y todos sabéis que una madre, una mujer, tiene como un radar para saber tantas cosas de sus hijos, pues entonces, no te extrañe que María, la Virgen María, sepa todo de ti, porque es Madre y porque es Plena de Gracia; así, que sepas, que te quede muy claro, que cuando pecas, Ella llora por ti.

… … …

Perdona que hoy me haya alargado tanto; te quiero mucho hermano-a.

P. Jesús

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