Miércoles 5 de Septiembre de 2.018
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Evangelio:
San Lucas 4, 38-44 Anunciar el Evangelio 38Saliendo (Jesús) de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con una gran calentura, y le rogaron por ella. 39Acercándose, mandó a la fiebre, y la fiebre la dejó. Al instante se levantó y les servía. 40Puesto el sol, todos cuantos tenían enfermos de cualquier enfermedad los llevaban a Él, y Él imponiendo a cada uno las manos, los curaba. 41Los demonios salían también de muchos gritando y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero Él los reprendía y no los dejaba hablar, porque conocían que era Él el Mesías. 42Llegado el día, salió y se fue a un lugar desierto; las muchedumbres le buscaban, y, viniendo hasta Él, le retenían para que no se partiese de ellos. 43Pero Él les dijo: Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades, porque para esto he sido enviado. 44E iba predicando por las sinagogas de Judea. Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
Anunciar el Evangelio Como Jesús, una vez hayas enseñado en tu casa, y mientras a los tuyos los tengas arropados en la fe del Evangelio, de que Jesús es Dios, es el Cristo, el Mesías, y sepan lo que deben hacer para salvarse, digo, que como Jesús, tú, cuando estés dispuesto, debes también anunciar el Evangelio a los amigos, a los vecinos, a los que te encuentres providencialmente; y lo primero que tienes que hacer, es REZAR POR ELLOS, por su salvación; y luego diles, ¡no lo calles!, diles que Dios los ama. Tienen que saberlo, deben saberlo. ¿Ya lo sabes tú? Oh, hijo bendito de Dios, te lo diré a gritos en el corazón, con el susurro de esta canción: Ponle música durante su meditación, y oirás murmullo de ángeles en tu corazón. P. Jesús © copyright |