Saltar al contenido

5 de marzo de 2023

Domingo 5 de Marzo de 2.023

Tiempo Cuaresma

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 17, 1-9

Qué bien estamos aquí

1Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó aparte, a un monte alto, 2y se transfiguró ante ellos; brilló su rostro como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 3Y se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él. 4Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías. 5Aún estaba él hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente, y salió de la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia; escuchadle. 6Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor. 7Jesús se acercó, y, tocándolos, dijo: Levantaos, no temáis. 8Alzando ellos los ojos, no vieron a nadie sino sólo a Jesús.9Al bajar del monte les mandó Jesús, diciendo: No deis a conocer a nadie esa visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Qué bien estamos aquí

Los goces, los deleites lícitos de la vida conyugal, exagerando mucho, son parecidos a lo que San Pedro vivió en la transfiguración; porque del amor humano bendecido por Dios, el que lo vivió, puede decir en muchas ocasiones: “qué bien estamos aquí”. Como sacerdote que soy y conocedor del alma humana, y por los comentarios de mis fieles que están bien casados, me cuentan de sus alegrías en medio de tantas penas que trae consigo la vida, a todos, pero ellos, marido y mujer, en sus momentos de paz, que Dios concede por su santo sacramento, dicen que en tantas ocasiones, en su vida, pueden decir ellos, solos o junto a sus hijos y familiares: “qué bien estamos aquí”.

Os deseo hijos amados, que como los que me lo han contado, podáis, como ellos, disfrutar de momentos llenos de éxtasis de amor, no sólo de amor en la unión física matrimonial, sino también en la belleza de tantos momentos de la vida en un hogar cristiano; porque Dios “se lleva con Él”,  por su gracia, por la gracia del sacramento matrimonial, a los componentes de una familia de fe católica, hasta “un monte alto”, y allí les permite ver y disfrutar de Él, del Amor con que Dios ama y bendice este hogar cristiano. Y como San Pedro, los componentes de una familia de fe, bendecida por el sacramento matrimonial y las obras de la fe en la unión esponsal, pueden decir: “qué bien estamos aquí”.

Desead, oh hijos amados, esta felicidad, que Dios puede daros si hacéis las cosas bien, si cumplís con los mandamientos y elegís para casaros la persona adecuada para compartir la santidad que cada uno quiere recibir de Dios, para vivir y morir de Amor Verdadero.

“Qué bien estamos aquí”, y veían a Dios lleno, pleno de Amor; y Él, Jesús, Dios, se los llevó y les permitió este deleite de ángeles, por amor.

Sé que habéis comprendido. Y os deseo que Dios os permita vivir, aunque sea en pequeñísimo grado, los deleites de la transfiguración, en este hogar conyugal de alegría y esperanza en el bien del hoy que repercutirá en un mañana radiante de verdadero amor y paz, que durara hasta la misma Eternidad Celestial.

Oh, benditos del Padre, vosotros los que tenéis vocación al santo matrimonio: creced y multiplicaos, porque es lo que Dios quiso y quiere; ¿dónde está escrito o revelado, que ya no lo quiere Dios?

Amaos esposos y disfrutad del “qué bien estamos aquí”. ¡Vivid y poblad la tierra con el fruto de vuestro gran amor! Es mi deseo, y aún es el de Dios. No sé yo que Dios haya cambiado de parecer.

Disfrutad del amor verdadero, hijos de fe, de la fe.

P. Jesús
© copyright