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22 de diciembre de 2022

Jueves 22 de Diciembre de 2.022

Tiempo de Adviento/4º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 1, 46-56

Proclama mi alma la grandeza del Señor

46Dijo María: Mi alma engrandece al Señor 47y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, 48porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada, 49porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, cuyo nombre es santo. 50Su misericordia se derrama de generación en generación sobre los que le temen. 51Desplegó el poder de su brazo, y dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón. 52Derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes. 53A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió vacíos. 54Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia. 55Según lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre. 56María permaneció con ella como unos tres meses, y se volvió a su casa.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Proclama mi alma la grandeza del Señor

Servir a Dios, esto es lo que ensalza la misma Virgen María, Madre de Dios, el poder servir a Dios, ser útil a Dios y al mundo.

Ella, la Plena de Gracia, ve en el servir a Dios su alegría, su razón de ser. Entonces, ¡no esquives tú el cumplimiento fiel a tu deber de católico! Aprende de María, la Sin Mancha, la que es perfecta y, en su perfección, nos enseña que lo mejor de todo en esta vida es ser totalmente de Dios, servir totalmente a Dios, amar totalmente a Dios. Y siendo así en María, estaba desposada con José, hombre perfecto en la fe, hombre santo, que en su humanidad sirvió a Dios siendo su padre adoptivo y viviendo siempre en castidad con la Plena de Gracia.

Que tu alma proclame la grandeza de Dios, el Hijo de María y del mismo Dios, ese Jesús de cuerpo humano y Alma Divina.

Esclarece tu mente y sean claras tus intenciones: Sirve a Dios, y por Él y con Él, vive sufriendo, si fuera preciso, como sufrió María, que siendo plena de Gracia aceptó el sufrimiento y lo vivió con la certeza de este Reino Celestial, que es Allí donde nos espera María y Jesús, con San José y tu familia que, viviendo en la fe, te ha precedido en la ida a la otra vida.

Confía en Dios y apuesta sólo a ganar, apuesta por Dios y haz tuyo el Magnificat, que la Virgen María, de sus labios purísimos, nos enseña a rezar.

Recemos juntos, que está cerca la Navidad.

¡Ave María Purísima!

¡Sin pecado concebida!

P. Jesús

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