19 de agosto de 2017

Dios quiere hijos, Dios quiere niños; quiere Dios que tú, que eres bueno, tengas hijos buenos que se acerquen a Él, de pequeños, y Él, Dios, que vive en los sacramentos, los llenará de besos y besos, y los colmará de amor.

¿Qué pasa con esa primera Comunión? Tienes que dejar que tus hijos se acerquen a Jesús, a Dios, y está en los sacramentos, en el de la Comunión, en el del Bautismo, la Confirmación y la Confesión.

¡Bautizad a los niños!, que reciban todo el amor de un Dios que tanto los ama. Dile a tus amigos-as que aún no han bautizado a sus hijos, que los bauticen, y tendrán la alegría de que Dios Espíritu Santo, selle con su hijo la Heredad Celestial.

Dices que no creen; bueno, aunque no crean, tú se lo dices; por decírselo, ¿qué vas a perder? No hagas como esos del Evangelio de hoy, que no dejaban que los niños se acercaran al Señor, a Jesús, a Dios. Tú, dilo, reza y espera. Y no pierdas la paz al decirlo; sólo lo dices, y ¡ya has cumplido con tu fe!

¡Dejad que los niños se acerquen a Dios; no se lo impidáis, porque de ellos es el Reino de los Cielos! ¿Veis? Es una Herencia que puede perderse, y no ha de perderse por falta de vuestro valor al decirlo, al proponerlo. Podéis tener muchas sorpresas, si lo proponéis, porque cuando habláis de estas cosas de Dios, es el Espíritu Santo quien os guía.