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Evangelios septiembre 2016 - 31. página

30 de septiembre de 2016

Viernes 30 de Septiembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 10, 13-16

Ciudades incrédulas

Luk 10:13 Dijo Jesús: «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los milagros que en vosotras se han hecho, tiempo ha que en saco y sentados en ceniza hubieran hecho penitencia.
Luk 10:14 Pero Tiro y Sidón serán tratadas con más blandura que vosotras en el Juicio.
Luk 10:15 Y tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el Cielo? Hasta el Infierno serás abatida.
Luk 10:16 El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Ciudades incrédulas

Muchos, por vuestra edad, habéis sido como estas ciudades de las que habló Jesús, Dios, de Corozaín y Betsaida, que habéis visto, y algunos recibido, directamente de Dios mismo, muchos milagros, que por su Amor, os ha ido dando y mostrando para el bien de vuestra fe. Y, ¿qué trasmitís a vuestros hijos?; ¿esperanza, fe, caridad, o quejas y críticas a todo y a todos?

Vuestros hijos no tienen fe porque vosotros, viendo, no habéis visto; oyendo, no habéis escuchado. ¡Cuánto lloraréis, de ancianos!; y no quiero esto para vosotros, porque el sufrimiento de la soledad, junto al cansancio de un cuerpo que está llegando a su final- esta es la verdad de la realidad de la vida, no voy a escondérosla, voy a mostrárosla para que los que aún estéis a tiempo, pongáis remedio- ¡la que os espera!

Vosotros padres, enseñad a vuestros hijos todo lo que Dios ha hecho por    vosotros, con vosotros. ¡No escondáis las maravillas que Dios os ha dado en esta vida! ¡Dad Gloria a Dios!,  y esperanza a vuestros hijos, que están asustados, haciendo números y cuentas, y no saben cómo salir de esta crisis, en la que el mundo está sumergido. Enseñadles a rezar, rezando vosotros primero, alabando a Dios, por ser tan bueno, por las maravillas que, durante vuestra vida, habéis visto en vosotros y en otros. ¡Dad esperanza!, porque es un pecado de omisión grave, no propagar la fe de vuestros padres, a vuestros hijos. Ellos, vuestros hijos, son vuestra esperanza, y si no tenéis esperanza en ellos, ¿de qué os han servido todos estos años perdidos? Meditad, reflexionad, y alabad a Dios, delante de vuestros hijos. Sois la esperanza de Dios, sois la esperanza de las nuevas generaciones.

Abrid los ojos y mirad el rostro de un Dios crucificado, que suplica y pide, deis a conocer el Evangelio de la fe, para la esperanza de todos, Dios con nosotros.

P. Jesús

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