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4 de diciembre de 2020

Viernes 4 de Diciembre de 2.020

Tiempo de Adviento/1º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 9, 27-31

Ten piedad de nosotros

27Partido Jesús de allí, le seguían dos ciegos dando voces y diciendo: Ten piedad de nosotros, Hijo de David. 28Entrando en la casa, se le acercaron los ciegos y les dijo Jesús: ¿Creéis que puedo yo hacer esto? Respondiéronle: Sí, Señor.29Entonces tocó sus ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe. 30Y se abrieron sus ojos. Con tono severo les advirtió: Mirad que nadie lo sepa; 31pero ellos, una vez fuera, extendieron su fama por todo aquel país.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Ten piedad de nosotros

Sé que tú se lo has dicho a Jesús, a Dios: “¡Ten piedad de mí, Jesús!” Sé que no aguantas más tanta burla, tanto desprecio de los que amas, por tu fe católica, que llaman extralimitada. Sé que has decidido alguna vez, no rezar más, no volver a Misa, para ser como ellos quieren que seas, porque necesitas su amor, porque quieres una vida de paz.

Llora.

No puedes ser como pretenden ellos: un católico de ocasión. ¡No puedes y te duele!, porque quisieras su amor, necesitas de su aprobación y ¿qué recibes de los que amas? ¡Burlas! ¡Desprecio!

Te ningunean y no lo soportas, porque los amas tanto que necesitas una migaja de su amor. Pero no te lo dan, como castigo de tu fe. “¡Hala!, para que aprendas: ¡¡o eres como nosotros, o quédate solo-a!!” Y, la soledad es tan triste, que estás tentado a dejar a Dios de lado. ¡Lo sé!

Ven, abracémonos, porque un sacerdote está a veces tan solo también. Yo necesito de ti, de tu fe, porque vivo por ella, para que nuestra fe cambie a los católicos de mentirijillas, esos que están bautizados y conocen de la eficacia de la Santa Misa, del rezo del Santo Rosario, pero… “todo eso es de beatos”, ellos se bastan con el dinero que ganan. ¡Lo sé! No se puede amar a Dios y al dinero.

Pero eres tú quien me da pena, no ellos. ¡¡Tú!!

Ven, y vayamos como mendigos a los pies de María, porque necesitamos de una mujer buena que nos comprenda. Y es que las mujeres, muchas, se han perdido por su afán desmedido de dinero. Tienen miedo, porque el divorcio las deja muy mal paradas, y quieren, necesitan del afecto fiel; y ¿qué hacen?: buscan el dinero, que parece que todo lo puede comprar, y viven y ríen de infelicidad.

Ven, tú y yo, y digámosle a Dios, mientras miramos el rostro lloroso de María Virgen: “¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!”; gritémoslo a coro, así, unidos ambos en el mismo dolor de ver que los que amamos no aceptan nuestra gran capacidad de amar a Dios sobre todas las cosas y personas, y quieren ellos que cambiemos, y tú estás dudando, y yo voy a sostenerte en mi fe, la del sacerdote fiel a la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, que no va a permitirte rendirte, porque hay un Dios que murió en la Cruz precisamente para tu fidelidad; y que con ella, los que amas te acepten algún día, como fiel testimonio de vida ejemplar. Pero, mientras no llegue el momento, mientras no pase lo que tiene que pasar, gracias a tu fe viva, entonces: ¡deténte! No vaciles en tu fe, porque es lo mejor que tienes. Y llegará el día, sí o sí, que los que amas van a seguirte, porque la vida prueba, y en la prueba es cuestión de resistir, y sólo resisten los valientes, los que han perseverado en la fe a pesar de que los que ama lo desprecian por esa fe recia.

Ten valor hijo-a de Dios. Nadie es totalmente feliz en esta vida, sólo la fe puede darte alegrías; por lo demás, todo es paja para quemar. Sé que te duele que te diga que los que amas están equivocados; crees que sería más fácil para ti que te dijera que gradúes tu fe y des licencias a tu moral para así ser un católico como lo son esos que tu amas, y amas precisamente por tu fe, porque si no tuvieras esa fe, serías un egoísta y entonces su amor poco te importaría; si te importa ahora su cariño, es precisamente por esta fe recia del que va en camino de santidad. Ya te hablaré más del tema. Sé que te interesa.

P. Jesús

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