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9 de diciembre de 2022

Viernes 9 de Diciembre de 2.022

Tiempo de Adviento/2º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 11, 16-19

Los hechos dan razón a la Sabiduría

Dijo Jesús a la muchedumbre:16¿A quién compararé yo esta generación? Es semejante a niños sentados en la plaza, que se gritan unos a otros, 17diciendo:

<<Os tocamos la flauta, y no habéis danzado; hemos entonado canto de duelo, y no os habéis golpeado el pecho>>.

18Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído del demonio. 19Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y dicen: Es un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. Y la Sabiduría se justifica por sus obras.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Los hechos dan razón a la Sabiduría

Amados, ni Juan el Bautista, ni Jesús, fueron del agrado de muchos.

¿Puedo yo, sacerdote, esperar algo mejor? No lo espero.

Esa es la sabiduría, esperar todo de Dios.

Esa es la sabiduría, amar a Dios sobre todas las cosas.

Esa es la sabiduría, saber que voy a sufrir, que vas a sufrir.

Y, ¿qué me encuentro cada día?, con hijos e hijas de Dios, tú, que te parece increíble que sufras.

Lees, meditas la Biblia, escuchas mis homilías y te sigue extrañando que tengas que sufrir por y para algo. Eso haces. Sabes que te digo la verdad.

Pero, el colmo, el “no va más”, es que alguna vez, tú, tú has dudado de Dios, tú te has enfrentado a Dios por tus penas y le has “pasado cuenta de ellas”.

Sí, sí… Eso has hecho. ¡Lo sé!

Un día dices amar a Dios, y al otro echas a rodar todo este amor a Él, plagado de fe viva y todo ¿Por qué? Porque dices no entender la vida. ¡Te falta sabiduría!

La Sabiduría no se canta en las plazas, no se toca con la flauta, la sabiduría se adquiere cuando se sufre. ¡Sí hijo mío, sí! Sólo cuando sufres, alcanzas sabiduría. Ahora comprendes por qué Dios permite tu sufrimiento, porque te quiere sabio, quiere que creas en Él, en que Jesús es el Mesías, éste que comió y bebió con publicanos y pecadores: ¡contigo!

P. Jesús

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