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7 de septiembre de 2016

Miércoles 7 de Septiembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 6, 20-26

Bienaventurados los pobres

Luk 6:20 Jesús, levantando sus ojos sobre los discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
Luk 6:21 Bienaventurados los que ahora padecéis hambre, porque seréis hartos. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Luk 6:22 Bienaventurados seréis, cuando aborreciéndoos los hombres, os excomulguen y maldigan, y proscriban vuestro nombre como malo, por amor del Hijo del hombre.
Luk 6:23 Alegraos y regocijaos en aquel día, pues vuestra recompensa será grande en el cielo. Así hicieron sus padres con los profetas.
Luk 6:24 Pero ¡ay de vosotros, ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo!
Luk 6:25 ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!
Luk 6:26 ¡Ay cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros, porque así hicieron sus padres con los falsos profetas!».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Bienaventurados los pobres

A veces, las pruebas de la vida, son pasar por temporadas de pobreza, en las que falta lo necesario para vivir.

Los que llegan justos a fin de mes, no son pobres.

Los pobres son los que no tienen lo que necesitan para vivir o para desarrollarse, o tienen muy poco o están escasos de algo.

Vivir en la miseria, es no tener nada, prácticamente nada.

Dios, Jesús, llama bienaventurados a los que les falta lo necesario para vivir; Dios ama a los pobres y les entrega la felicidad espiritual del que obra siempre con rectitud de intención, cumpliendo los 10 mandamientos de la Ley de Dios, aun cuando son pobres; es más, que todo y siendo pobres, no piensan en hacer el mal o lo malo, sino que luchan por el bien.

Todos pasan por la pobreza, porque los hijos, antes de ganarse la vida con su trabajo, viven la pobreza, y son sustentados por sus padres y/o familiares. Dios llama bienaventurados a los pobres, porque la pobreza es una situación que puede ser sobrellevada con dignidad, la dignidad de ser bueno y hacer el bien, con no gastar más de lo justo y necesario, con aceptar abstenerse incluso de lo lícito, como hizo tantas veces la Sagrada Familia de Nazaret.

Acepta la pobreza que viene, no por la holgazanería, o la codicia o el despilfarro, sino por las circunstancias de la prueba, de probar el carácter, de formar un corazón valiente en las contrariedades de la vida, ¡que hay!, y nos tocan a todos en algún momento de la misma.

No mires mal a los pobres, porque hay hijos que, siendo pobres, no viven la pobreza, porque sus padres tienen dinero.

El verdaderamente feliz, el bienaventurado, es el que es útil a los demás con su trabajo, con su labor u oración, aunque sea pobre.

Antes de casarte, procura formarte profesionalmente para poder afrontar las pruebas que la vida te pondrá. Y confía en Dios, en Jesús, el Mesías, el Rey de reyes, el que puede ayudarte en todo, y siempre dijo a todo el que se le acercaba; “¿Qué quieres de mí?”. Díselo con total confianza, es el Rey, es Dios, tu Dios.

P. Jesús

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