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7 de julio de 2016

Jueves 7 de Julio de 2.016

Evangelio:

San Mateo 10, 7-15

Instrucción a los doce

Mat 10:7 Dijo Jesús a sus apóstoles: «Id, y en vuestro camino predicad diciendo: «El Reino de Dios se acerca».
Mat 10:8 Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, arrojad los demonios; gratis lo recibís, dadlo gratis.
Mat 10:9 No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestro cinto,
Mat 10:10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento.
Mat 10:11 En cualquier ciudad o aldea en que entréis, informaos de quién hay en ella digno, y quedaos allí hasta que partáis.
Mat 10:12 y entrando en la casa saludadla.
Mat 10:13 Si la casa fuere digna, venga sobre ella vuestra paz; si no lo fuere, vuestra paz vuelva a vosotros.
Mat 10:14 Si no os reciben o no escuchan vuestras palabras, saliendo de aquella casa o de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.
Mat 10:15 En verdad os digo que más tolerable suerte tendrán la tierra de Sodoma y Gomorra en el día del juicio que aquella ciudad».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Instrucción a los doce

El Reino de los Cielos está cerca, muy cerca, porque, a la que morimos, podemos acceder a él.

El Reino de Dios, por Cristo que resucitó de los muertos, ya es, ya está, y podemos ir los que queramos ir, y con la Gracia de Dios, nos sustentemos por los sacramentos, a la fe, la esperanza y la caridad.

Vayamos todos al Reino de Dios; el billete se paga con las obras de amor a Dios, por nuestra fe en Él, en Jesús de Nazaret.

¡Vayamos al Reino de los Cielos!

No nos engañemos hermanos, todos vamos a morir, y el Reino de los Cielos ya está, ya es una realidad, después de la muerte de Jesús, que nos da la salvación en su Nombre. Amemos el nombre de Jesús, pronunciemos el nombre del Hijo de Dios: Jesús, y con nuestras obras de amor, hagamos un mundo mejor; y con estas obras de fe, paguemos nuestro pasaje al Reino de los Cielos. Dios nos espera, Jesús nos espera, y con Él, con Dios, Uno y Trino, Santa María nos está esperando, con todo su gran amor de Madre de Dios y nuestra, para darnos amor. Si te falta amor, que sepas que la Virgen María te ama y te espera. ¡Vayamos a Ella!, con Ella, con Dios, que tanto la ama y nos ama.

Amigos, hermanos en Cristo, ¡Vayamos al Cielo! Todos. Tú, yo, ¡todos! y también aquel, y el otro, y ese también; todos con Dios. Amén.

Os quiero mucho, mucho, hijos de Dios. Soy un sacerdote que os quiere mucho, mucho más de lo que podéis pensar. Ay, cuanto amor siento por vosotros, por cada uno de vosotros. Deja la soledad, porque aquí estoy yo, que cada día puedo darte los buenos días con mi meditación del Evangelio. Deja que te quiera, tan solo déjame que te quiera un poquito, porque ¿sabes qué? estamos unidos en el mismo Amor de Dios. No estás solo, no estás sola; yo, un sacerdote, te quiere y me gusta quererte, porque amo mucho a nuestra bendita Madre Santísima, María Virgen, y con Ella aprendí cómo se ama a Dios; y quiero contártelo a ti, como Ella me lo enseñó, con su “Sí”.

P. Jesús

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