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5 de septiembre de 2017

Martes 5 de Septiembre de 2.017

Evangelio:

San Lucas 4, 31-37

Un hombre que tenía el espíritu de un demonio impuro

Luk 4:31 Bajó Jesús a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba a la muchedumbre los días de sábado,
Luk 4:32 y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra iba acompañada de autoridad.
Luk 4:33 Había en la sinagoga un hombre poseído del espíritu de un demonio impuro que gritaba a grandes voces:
Luk 4:34 «¡Ah! ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Bien sé que eres el Santo de Dios».
Luk 4:35 Jesús le ordenó diciendo: «Cállate y sal de él». El demonio arrojó al poseso en medio; salió de él sin hacerle daño.
Luk 4:36 Quedaron todos pasmados, y mutuamente se hablaban diciendo: «¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder impera a los espíritus y salen?».
Luk 4:37 Por todos los lugares de la comarca se divulgó su fama.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Un hombre que tenía el espíritu de un demonio impuro

La impureza es satánica, la inducen los demonios. Y hoy en día, está de moda en la sociedad. Los mismos políticos, apoyan la fornicación y las aberraciones de sexo, del sexo. Muchos políticos son hijos de Satanás. Pero no sólo está en la política, el espíritu de los demonios impuros, sino que está en algunos, bastantes, de nuestra amada Iglesia Católica; y ni que decir, de los cristianos protestantes; ellos, en su gran mayoría, reverencian a la Gran Ramera. 

Uno se divorcia, porque se ha cansado de fornicar con la misma persona; o es su pareja, que se ha cansado de fornicar con el otro. O los dos, o uno de los dos, quiere “cambio de pareja”, por esto se pide el divorcio, y se lo dan los jueces civiles, regulando la paternidad y la economía familiar. 

Cuando uno-a no se casa bien, lógicamente, lo hace mal. 

Cuando uno-a no medita, no piensa, sino que siente, entonces, siguiendo a sus instintos, contrae matrimonio civil, y a veces incluso, se casa por la Iglesia, y luego le sale mal, o le engañan, ¡que eso también pasa! 

Un matrimonio canónico, debe fundarse sobre lo que es el hombre, la persona; y no somos animales irracionales, instintivos y pasionales; somos animales racionales, tenemos el distintivo de la razón, que unida al corazón, nos hace encauzar las potencias del alma, hacia grandes obras humanas. 

Casarse canónicamente, es otra cosa que casarse pensando en la posibilidad de divorciarse. 

Casarse por la Iglesia Católica, darse en matrimonio, uno al otro, ante Dios, formando una unidad indisoluble, que es un sacramento, tiene que decidirse libremente, con el corazón lleno de amor, y con ganas de compartir la vida con el otro, para siempre jamás; es una unión indisoluble, que debe ser fiel a esta santa unidad sacramental; hay que tener voluntad y llevar una vida de santidad. Tiene que estar, uno-a, sano-a de corazón y de mente, por eso los dementes no pueden contraer matrimonio canónico. El hombre tiene que saber lo que hace, cuando se casa, por qué lo hace, y lo que promete.

Las promesas no se pueden romper, son para siempre. 

Nadie puede exigir al otro, casarse por la Iglesia, sólo se lo puede exigir a sí mismo; sólo puede decirse que, si no se casa por la Iglesia, no se unirá a nadie en santo matrimonio; pero no puede decidir por otro, ni dejar que otro u otros, decidan por él. 

¡El matrimonio tiene que ser fiel, libremente! 

Cuando uno se casa, no cambia de vida espiritual, su vida sigue siendo la misma, y si quiere vivir una vida de santidad, continuará queriendo esa clase de vida; por eso se casará por la Iglesia, para obtener de Dios, su gracia de estado, para que todas las cosas, tengan buen espíritu. 

El Espíritu se mueve en el mundo, y tú tienes tu propia vida espiritual, que alimentas con la comida de la Santa Eucaristía. 

Hay quienes son poseídos por el espíritu de un demonio, o varios, y entonces gritan: “-¡Déjanos!” No quieren oír, ni hablar, de Dios, de Jesús, de la Iglesia Católica, de la Virgen María, de los sacramentos y la castidad; entonces, muchos se casan por lo civil, y fracasan siempre; porque la vida del hombre, es estar unido a Dios, tener los sacramentos, según su condición. 

Cuesta entender esto, ¡te cuesta!, lo sé, porque tienes familiares, padres, hermanos, o amigos, que están casados civilmente, que no son católicos, o que no practican, y los quieres mucho, los admiras en algunas cosas; te han ayudado en muchas ocasiones. Lo comprendo, te comprendo, pero Dios hace las cosas a su manera, y el Reino de los Cielos, lo gana quien obedece; es su Lugar, le pertenece; y si quieres vivir Allí, debes ganártelo aquí, aceptando su voluntad, creyendo sus dogmas y practicando su doctrina; no todos pueden ser santos, sólo los que quieren dejar el pecado, haciendo las cosas bien, por fe, con las obras de la misma. 

Puedes y debes amar, a quien no ama a Dios, pero primero y ante todo, debes amar a Dios, sobre todas las cosas y personas. 

A veces, no se acepta la voluntad de Dios, porque se piensa que no hay soluciones a los pecados que se han cometido, o que se cometen, pero no es así, siempre hay soluciones, porque Dios es Dios, y ama a todos y ayuda a quien le pide ayuda; la oración lo puede todo, TODO. 

La oración consigue de Dios, cualquier bendición. 

Haz la prueba. Pide para comprender porqué el matrimonio es indisoluble; pide para aceptar los hijos que Dios pueda darte, o no; pide para sanar, y pide para tener mejores virtudes; pide más fe, pide para conformarte con el dinero, el “status” social que tengas, y mejorar en todo lo que tienes y amas, por la Gracia de Dios, que te ama más que tú.
Pide, y se oirá a los demonios gritar: “-¡Déjanos!, ¿qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos?” 

Pide, y oirás decir a Dios, a Jesús: -¡Cállate, y sal de él! 

Y como explica el evangelista San Lucas, lo mismo ocurrirá: «Entonces el demonio, arrojándolo al suelo, allí enmedio, salió de él, sin hacerle daño alguno.» 

El demonio, o demonios, abandonarán el lugar, la persona, allí donde la Palabra de Dios, es viva y fiel, y la fe es inmutable, por fe y por voluntad. 

Os deseo, amados de Dios y míos, os deseo Fe, Esperanza y Caridad. Y seréis invencibles, todo os irá bien, incluso el mal que os den; al resistirlo, con el bien y lo bueno, Dios lo convertirá en obras santas de fe, para ser lámpara, luz de felicidad, de los que, cargando con su cruz, siguen los pasos de Jesús. 

Amados, no pararía de hablar con vosotros; quisiera consolaros, enseñaros, confortaros, y me gustaría que me diérais un voto de confianza, y siguiérais leyéndome, aunque eso de tener todos los hijos, no lo entendéis, porque tenéis miedo, porque vais justos de dinero; yo lo comprendo, pero también comprendo a Dios, y lo que es realmente vivir la fe; es ver milagros de amor. 

Deja que Dios te dé milagros, no quieras hacerlo todo tú solo, tú sola; hay un Amor que espera amarte, este Amor es Dios Espíritu Santo, que consuela, enseña, ayuda, y sobre todo te ama con todo el amor de un Dios, Uno y Trino. Déjate amar por Dios; sigue leyéndome, e irás comprendiendo tu fe; yo te tengo paciencia y no te regaño, sólo te informo de lo que es Dios, de cómo quiere Dios que sean los hombres y las mujeres, que van a llenar el Reino Celestial, entrando por la puerta que abre las llaves de Pedro. 

Confía en este sacerdote que quiere ser tu guía, para que seas feliz y tengas la alegría de vivir. ¡No vayas “muerto” por la vida!; yo te informaré de otra clase de vida: la vida de la fe, la vida de la caridad, la vida de la esperanza, la vida sobrenatural. 

Oh, amados, a veces me lo preguntan algunos: “¿Por qué os amo tanto?”; Dios lo quiere.

P. Jesús

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