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5 de febrero de 2019

Martes 5 de Febrero de 2.019

Tiempo Ordinario /4º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Marcos 5, 22-25.27-30.33-38.40-43

Jesús, Dios, te ama

22Llegó uno de los jefes de la sinagoga llamado Jairo de nombre, el cual, al verlo, cayó a sus pies.23Y con muchas palabras le rogaba diciendo: Mi hijita está en las últimas; ven e impónle las manos para que se salve y viva. 24Se fue con él, y le seguía una gran muchedumbre, que le apretaba. 25Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 27como hubiese oído lo que se decía de Jesús, vino entre la muchedumbre por detrás y tocó su vestido; 28pues se decía: Si tocare siquiera su vestido, seré sana. 29Al punto se secó la fuente de la sangre, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. 30Luego Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud que había salido de Él, se volvió a la multitud y dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 33y la mujer, llena de temor y temblorosa, conociendo lo que en ella había sucedido, se llegó y, postrada ante Él, declaróle toda la verdad. 34Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y seas curada de tu mal. 35Aún estaba Él hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿por qué molestar ya al Maestro? 36Pero, oyendo Jesús lo que decían, dice al jefe de la sinagoga: No temas, ten sólo fe. 37No permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan el hermano de Santiago. 38Llegados a casa del arquisinagogo, vio un alboroto y a las lloronas plañideras, 40Se burlaban de Él; pero Él, echando a todos fuera, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y a los que iban con Él, y entró donde la niña estaba; 41y tomándola de la mano, le dijo: <<Talitha, qumi>>, que quiere decir: Niña, a ti te lo digo, levántate. 42Y al instante se levantó la niña y echó a andar, pues tenía doce años, quedando ellos fuera de sí, presos de gran estupor. 43Recomendóles mucho que nadie supiera aquello, y mandó que diesen de comer a la niña.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Jesús, Dios, te ama

A ti, a todos, ¡Dios ama a todos!, a judíos, a gentiles, ¡a cristianos!; Jesús, que es Dios, ¡el Hijo de Dios!, ama a todos, ¡también a ti!, y como a ti, amó al padre que tenía a su hija que se estaba muriendo; Dios, Jesús, amaba a la hija, a la que curó, y amaba también a todos, a todos los que no le pidieron con fe su curación, y también a los que se la pedían.

No sólo hay que recurrir a Dios por el dolor de la enfermedad, también hay que acudir a Dios por el dolor de la pobreza, de la falta de trabajo, de lo necesario para vivir, y siempre hay que acudir a Dios, a Jesús, que es Dios, para tener fe, para que se te aumente la fe. Y siempre hay que obrar y hablar con caridad.

¡No dañes a nadie!, ¡ámalos!, ama a todos como Jesús, Dios, amó y ama a todos.

¿Por qué te cuesta tanto amar a los demás?, ¿por envidia?, ¿les tienes envidia a algunos?; amigo, no tengas envidia, tú tienes valores que otros no tienen; no envidies lo material, eso va y viene, no es para envidiar; los bienes de este mundo no son dignos de envidiar a los que los poseen, porque tú bien sabes por la historia, que los bienes van y vienen, que no son constantes, ni en la misma persona ni en la misma familia por muchas generaciones; normalmente, los bienes de este mundo, se pierden. Busca los valores, los valores que Dios te dio y tienes, porque esto es lo cierto, que todos tenemos valores; Dios, nuestro Padre, el que crea la vida, el que da el alma, en ella, en el alma creada, va la perfección, que se debilita y se pierde por las obras de la vida. Cuando un bebé es recién engendrado, tiene un alma plena, pero se debilita por el trato recibido por los que le atienden, que si le dañan, endurecen su alma, mutilan sus valores, y puede llegar a perder la dignidad humana y la belleza divina que tiene el alma recién llegada a la vida; y ya antes de nacer, ya en el vientre de la madre, lo que ella le da, tanto en aliento físico como espiritual y afectivo, esto le daña al alma del bebé o le llena de alegría; si la mamá va a comulgar, sin pecado mortal, recibe a Jesús, Dios, y entonces, ella y el alma de su bebé, reciben la visita de Dios, que les mantiene en forma, que les da su Amor.

La belleza de tener hijos, el don que unos padres dan a otra persona, es de un valor incalculable, nadie lo puede pagar con todos sus bienes; ni la persona más rica del mundo, puede pagar la maternidad, como tampoco puede el rico, el millonario, comprarse el Cielo; como todos, tiene que pagarlo con sus palabras y obras de caridad, que quien tiene caridad, tiene fe.

Todos esos que ves con cara larga, burlándose de los demás, de la maternidad, no tienen caridad; ¿tendrán fe?, no. La fe no busca burlarse de nadie, ni degradar a nadie, ni ir contra la belleza de la maternidad, que no se puede pagar con nada material; ¡nada!, nada puede pagar una vida, por eso la vida es un regalo de Dios para el que la recibe; no es un regalo para los padres, es un regalo para uno mismo, para el que vive.

Muchos, que tienen envidia de la maternidad de otros, no la valoran porque no la tienen, por que no la conocen. Ya se lee en la Biblia, que la estéril tiene envidia de la madre.

Esas que son estériles por voluntad, suya o de su cónyuge, esas tienen envidia de la maternidad, porque nadie tiene el suficiente dinero para pagar un nacimiento, que es cosa de Dios. Hay casos que ni los más ilustres médicos pueden ayudar a engendrar un hijo, un alma de Dios. Existen esos casos que ni la medicina, puede hacer nada, ni por métodos inmorales, porque Dios tiene la última palabra, siempre.

No tengas envidia de los bienes de nadie, busca tus valores y gózate en perfeccionarlos, ¡en usarlos!; y todos los valores se usan, haciendo el bien. Haz el bien sin mirar a quien, por ser tu carácter el que, con voluntad, has forjado para cumplir fielmente con tu deber: vivir, crecer y, si eres casado-a, multiplicarte, por amor, con amor, para dar tu amor al ser que va a nacer. Algunos no tienen amor que dar, por eso evitan tener hijos, porque no saben amar. Y hay quien no sabe amar y aconseja no tener hijos, porque la Caridad se muestra, se demuestra, en la generosidad del cumplimiento del deber que, libremente, cada uno ha decidido en su vocación personal.

Antes de decidir, mira si tienes fe y si tienes amor y si vives la caridad; quien tiene mal carácter, no vive la caridad; quien miente, quien engaña, no vive la caridad.

Dios, Jesús, pasó por el mundo haciendo el bien; ¿qué haces tú?…

P. Jesús

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