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5 de enero de 2020

Domingo 5 de Enero de 2.020

Tiempo Navidad /3º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 1, 1-18

Y la Palabra era Dios

1Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios.

2Él estaba al principio en Dios.

3Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.

4En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

5La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron.

6Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan.

7Vino éste a dar testimonio de la luz, para testificar de ella y que todos creyeran por él.

8No era él la luz, sino que vino a dar testimonio de la luz.

9Era la luz verdadera que, viniendo a este mundo ilumina a todo hombre.

10Estaba en el mundo y por Él fue hecho el mundo, pero el mundo no le conoció.

11Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron.

12Mas a cuantos le recibieron dioles poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre;

13que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos.

14Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

15Juan da testimonio de Él, clamando: Este es de quien os dije: El que viene detrás de mí ha pasado delante de mí, porque era primero que yo.

16Pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia.

17Porque la ley fue dada por Moisés; la gracia y la verdad vino por Jesucristo.

18A Dios nadie le vio jamás; Dios unigénito, que está en el seno del Padre, ése le ha dado a conocer.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Y la Palabra era Dios

La Palabra de Dios, por la que todo es y fue y será, es para que esa Palabra de Amor, ame y reciba de Dios mismo todo el Amor por la Gloria que le dió Dios Hijo, que cumpliendo la Palabra que en ese primer momento dijo Dios y era Dios, sea dicha por las obras de un amor verdadero a Dios, demostrado en la bondad y las obras dadas a los hombres que, a imagen y semejanza de Dios, los creó Dios mismo con su Palabra. Y los hizo, hombre y sacó a la mujer de él, para que siendo dos en la misma semejanza a Dios, por su Palabra, puedan regresar estos dos y sus descendientes todos, a la Tierra Prometida de donde fueron echados para poder ser redimidos por el Verbo que cumplió la Ley de Moisés y, al cumplirla, dio su sentencia Dios Padre en el Hijo, diciendo con la Palabra, que todo Aquel que quiera ser salvado, use como contraseña que abre el Cielo, las obras de la fe en Aquel que es Dios verdadero, siendo Cristo y teniendo por nombre Jesús.

¿Tanto hizo Dios Hijo para que Dios Padre fuera Glorificado por Él?

¿Qué hizo el Verbo encarnado? Obedeció en todo la voluntad del Padre, que incluso dejándolo sólo, siguió Jesús la voluntad de Dios de ser entregado y dado a la muerte para el perdón de todos los pecados del mundo. Repito: De todos los pecados del mundo. Todos esos pecados, pagó Dios Hijo en su cuerpo, siendo víctima de su pueblo, por el que moría, para darle la salvación que tanto esperaban y que les llegó y la tienen; sólo tienen que creer en Él, en Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos y también, por la misma Misericordia en la Voluntad de Dios Padre, Rey de cada uno de los que viven, o han vivido o vivirán, porque su Reinado no es de este mundo, sino que vamos a regresar a Él todos los que lo quieran, sean judíos, ateos, protestantes o de otra religión o filosofía, que, dejándose salvar, se haga bautizar en la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica y Romana, y que, siendo fiel al Papa y venerando a la Madre de Dios, use de los sacramentos, la oración y cumpla con la voluntad de Dios, que quedó estampada en los diez mandamientos de la Ley y que Jesús, además de cumplir, enseñó a comprender mejor para que la salvación del hombre, a partir de su venida, pudiera ser también en santidad, que es el pasar de la tierra al Cielo sin tener que sufrir en el Purgatorio, porque Dios, Jesús, vive, vivió, y por Él hay la vía rápida al corazón mismo de Dios, que se gana por la santidad, y que, esa santidad, la da el mismo Jesús que, después de su muerte en la Cruz, bajó a los infiernos de entonces, de antes de la venida de Dios, y llevándose a los justos al Cielo y, a los malos, dejándolos ir al Infierno, resucitó, y en la tierra está desde entonces, para que esta santidad, esta “vía rápida” al Cielo, sea ganada por los corazones humildes y valientes que piden y dejan que Dios les enseñe en carne propia, por su unión eucarística, a ser, como tiene que ser, toda criatura amada por Dios y que, siendo así, sea santa.

FIN.

P. Jesús
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