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5 de diciembre de 2016

Lunes 5 de Diciembre de 2.016

Evangelio:

San Lucas 5, 17-26

La fuerza de Dios te impulsará

Luk 5:17 Sucedió un día que, mientras Jesús enseñaba, estaban sentados algunos fariseos y doctores de la Ley, que habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea, y de Jerusalén, y la virtud del Señor estaba en su mano para curar.
Luk 5:18 Y he aquí que unos hombres que traían en una camilla un paralítico buscaban introducirle y presentárselo;
Luk 5:19 pero, no encontrando por dónde meterlo a causa de la muchedumbre, subieron al terrado y por el techo le bajaron con la camilla y le pusieron delante de Jesús.
Luk 5:20 Viendo su fe, dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados».
Luk 5:21 Comenzaron a murmurar los escribas y fariseos, diciendo: «¿Quién es este que así blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?».
Luk 5:22 Conociendo Jesús sus pensamientos, respondió y les dijo:
Luk 5:23 «¿Por qué murmuráis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate y anda»?
Luk 5:24 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder sobre la tierra para perdonar los pecados» — dijo al paralítico — : «A ti te digo, levántate, toma la camilla y vete a casa».
Luk 5:25 Al instante se levantó delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a casa, glorificando a Dios.
Luk 5:26 Quedaron todos fuera de sí y glorificaban a Dios, y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La fuerza de Dios te impulsará

Como a Jesús, el Hijo de Dios, la fuerza de sí mismo, le impulsaba a sanar a todos. Tú, hijo de Dios, y por tu bautismo, templo del Espíritu Santo, a ti, Dios con su fuerza, después de la confesión, te impulsa a amar a tus semejantes, como a ti mismo. Y nada puedes hacer contra esto, ¡amas, incluso a tus enemigos!

A ti, que has contraído matrimonio canónico, que es un sacramento, ungido por el mismo Dios, Uno y Trino, a ti, que formas familia con Dios y tu cónyuge, a ti, Dios te da la Gracia de que ames a tu esposo-a, pase lo que pase, en los tiempos buenos y en los malos, en la salud y en la enfermedad. Eso os prometéis, y en eso, Dios sella su ayuda incondicional.

Los malos tiempos, a veces vienen por fallos de buen carácter, por falta de arraigar más las virtudes; y Dios ayuda, porque por una parte, uno se esfuerza más para mejorar, y por la otra parte, otro se esfuerza más en resistir las carencias del otro, y eso, tanto en el uno como en el otro.

Lo maravilloso de ser matrimonio, es que la fuerza del sacramento matrimonial, la fuerza de Dios, te impulsa a hacer el bien, a ayudar al otro, enseñando con el ejemplo de tu paciencia, de tu fe, de tu inteligencia, en servir, sin que la otra parte se sienta dominado por las muestras de afecto; porque, ya bien se dice, que hay amores que matan; y eso pasa, hay amores tan posesivos, tan celosos, que algunos me dicen: “no me deja ni respirar”; y la realidad es que cada uno tiene que respirar solo, aun estando en la misma habitación.

Sé que el amor humano, a veces es demasiado humano, y es porque, en vez de amar a Dios sobre todas las cosas, amas al cónyuge sobre todas las cosas, y esto no está bien, y por eso hace mal. Si tú decides consagrarte a Dios, amarle sobre todas las cosas, tu prioridad será observarte en tu relación con Dios, y serás mejor persona, por controlarte a ti y no controlar a tu cónyuge, que aun necesitando de ti, pertenece a Dios, es de Dios. Si uno de los dos muriera, le es lícito, al que está vivo, volverse a casar; entonces, esta verdad, muestra y demuestra que el matrimonio es indisoluble hasta que uno muere, y por lo tanto, cada uno tiene que vivir pensando en que no van a morir juntos el mismo día, aunque a veces pasa, pero normalmente, uno de los dos va a vivir la viudez y deberá seguir su vida solo, sin su cónyuge, hasta la eternidad Celestial; y con esa verdad, vemos que lo importante, es que cada uno se salve, y para ello, cada uno tiene que amar a Dios sobre todas las cosas, y al cónyuge como a sí mismo, pero primero a Dios.

Sé que esta meditación de hoy, hará mucho bien a muchos, y me agrada ser instrumento de Dios para ayudar a todos a comprender, y por lo tanto, a querer mejor, haciendo siempre el bien.

Gracias por leerme.

P. Jesús

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