Saltar al contenido

30 de septiembre de 2022

Viernes 30 de Septiembre de 2.022

Tiempo ordinario/26º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 10, 13-16

No despreciéis a las mujeres

13¡Ay de ti, Corazeín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los milagros que en vosotras se han hecho, tiempo ha que en saco y sentados en ceniza hubieran hecho penitencia. 14Pero Tiro y Sidón serán más toleradas que vosotras en el juicio. 15Y tú, Cafarnaúm, ¿te levantarás hasta el cielo? Hasta el infierno serás abatida. 16El que a vosotros oye, a mí me oye, y el que a vosotros desecha, a mí me desecha, y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

No despreciéis a las mujeres

Algunos desprecian a las mujeres, prefieren una vida religiosa o de consagración, a casarse. Y a veces, no lo hacen por entregarse a Dios totalmente, sino por miedo al fracaso matrimonial, por miedo al trabajo laboral, por miedo al miedo.

Y las santas mujeres con vocación al santo matrimonio, aceptan a hombres menos virtuosos, porque los virtuosos están en los pisos de comunidad de laicos consagrados.

Hay que ser lo que Dios quiere que seas, pero no hay que elegir, ¡jamás!, un modo de vida cristiano, por cobardía; porque para el hombre, lo más duro es ganarse el pan con el sudor de su frente, que es la sentencia que le dio Dios a Adán por haberle desobedecido.

Y también hay mujeres que, por miedo a la maternidad, al sufrimiento, se dedican a la sóla oración o se encierran en conventos o en grupos donde las acogen como laicas consagradas, y muchas cuidan a las hijas de las que, siendo madres, tienen que ir a trabajar, porque se han casado con hombres que no comprenden del todo el valor de la maternidad, de que es necesario que la mujer esté en casa, por el bien de la iglesia doméstica.

Y las iglesias, tanto los templos, como las del hogar, están cerradas; y ¿dónde están los necesitados? Están en clubs, en bares, en la calle, y en prostíbulos.

Las iglesias están cerradas, y los niños lloran.

Muchos están preocupados en hacer dinero por su propio esfuerzo, y por eso no alcanzan a llegar a fin de mes, porque lo hacen con su propio esfuerzo, sin contar con Dios, sin aplicar la fe que dicen tener.

¡Cuántos llorarán por no haber cumplido con su deber de estado!; primero, por no haberlo elegido según su vocación, y después, porque tuvieron miedo, y el miedo les llevó a perder la voluntad, y, sin voluntad, dejan de rezar; y sin oración y con ganas de ser mundanos, y salir y gastar para suplir esta falta de afecto, han cerrado las puertas de la iglesia; y sin iglesia, ¿qué son?: caricaturas de santos; han dejado a la mujer sola.

La mujer tiene miedo de parir, porque en ello hay mucho sacrificio y dolor y penas, porque es la sentencia que Dios le dio a Eva por haber pecado de desobediencia.

La mujer necesita ayuda, porque Dios la creó para que, en la mayoría de ellas, el hombre la enamore y, declarándole su amor, le proponga el matrimonio; y recibido este sacramento, ambos unidos en fidelidad y enamoradísimos, tengan hijos que sean, o bien sacerdotes, o laicos consagrados, o religiosos, o padres sacrificados; sea lo que Dios quiera para ellos, y lo sabrán si no tienen miedo a la hora de decidir qué es lo que Dios espera de ellos.

Hijo, hija, ¿qué es lo que Dios espera de ti? No te engañes porque tengas miedo. El miedo y la fe no van de la mano, la fe va unida a la alegría de vivir, a la esperanza de que con Dios todo se puede, incluso ser feliz casado, y bien casado.

Dios quiere que seas fiel a ti mismo, a ti misma, porque sabe quién eres, te conoce bien, no tienes porqué pretender, como el fariseo, rezar de pie, porque Dios todo lo ve. Sé tú mismo y sé feliz de serlo, Dios te hizo como eres; y en todo, sé bueno.

P. Jesús

© copyright