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30 de agosto de 2019

Viernes 30 de Agosto de 2.019

Tiempo Ordinario /21º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 25, 1-13

Sé virgen

(Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola): 1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes; 3las necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite, 4mientras que las prudentes tomaron aceite en las alcuzas juntamente con sus lámparas. 5Como el esposo tardaba, se adormilaron todas y se durmieron. 6A la medianoche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo; salid a su encuentro. 7Se despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. 8Las necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las lámparas. 9Pero las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo.10Pero, mientras fueron a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. 11Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. 12Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. 13Velad, pues que no sabéis el día ni la hora.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Sé virgen

Mujer, sé virgen, y, además, sé una virgen prudente; ten preparada siempre tu lámpara, la lámpara de la fe, de las obras de la misma, para que, con tu luz, el esposo te reconozca como a su futura esposa.

Sal a la calle, a la plaza, y muestra la bondad, la belleza de tu fe, en obras de caridad, dando esperanza, a todos, de la bondad de Dios, de que Dios salva y sana.

Esas vírgenes que han perdido la fe, que dejaron morir sus obras, que uniéndose al mundanismo, fornicaron, y, ahora, la oscuridad las cubre, y no hallan esposo que las cuide; ¡necias! Pedid perdón, acudid a la confesión, y ¡no pequéis más!

Hay de esas vírgenes necias, que gritan a las vírgenes prudentes, y quieren que les presten su luz, para usurparles la virginidad, y presentarse ante el esposo como la mujer perfecta; ¡mucho cuidado con las malas amigas! Son esas que te dicen que debes tener sexo para conocerlo, porque hay que entregarse para retener al chico que te gusta, al hombre que quieres. ¡¡Necias!!

Tú, buena mujer, hija dócil en la fe católica, abstente de fornicar; ¡no te masturbes! ni mires pornografía; tú estate siempre con la lámpara encendida, esperando al esposo. Las vírgenes necias te gritarán pidiendo socorro, ayuda en su oscuridad, porque se durmieron; su fe se les durmió, y vivieron el mundanismo con todas sus consecuencias; incluso aceptaron el aborto, la prostitución; quizás por regalos y cenas, paseos en coches caros, más que por dinero, pero la verdad es que se prostituyeron. ¡Qué necias fueron, olvidando a Dios! Prefirieron al diablo antes que a Jesús, el Verbo encarnado.

Hijo de Dios, tú, que quieres ser esposo, que desde siempre has sido fiel a la fe, estás destinado para una virgen prudente que te de la luz de su lámpara, de su corazón, que unida a la tuya, forméis un todo con Dios, bajo el sacramento del santo matrimonio.

Y si tú no has sido prudente, si has sido una virgen necia, y has pedido perdón sinceramente, y con dolor de verdad de tus pecados, haciendo propósito sincero de no volver a pecar, la misma Virgen María viene a ti y, por ser tu Madre bendita, enciende tu lámpara, tu corazón, dejando tú que Ella viva en él; y consultándole todas tus cosas, a través de la oración de fe, que guiada por el Espíritu Santo, te dará luz, y podrás ver, y podrás esperar al esposo, sea un hombre que siempre fue fiel, o sea un hombre que, como tú, pecó, y como tú, por la Gracia de Dios, también puede esperar las delicias de tener como a esposa a una virgen prudente que siempre vivió la fe, y su virginidad la tiene completa, sin pecado alguno contra la castidad.

Con Dios, todas las cosas son nuevas, y todas las personas renacen por la fe, y Dios las hace nuevas también. Amén.

P. Jesús
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