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30 de agosto de 2016

Martes 30 de Agosto de 2.016

Evangelio:

San Lucas 4, 31-37

En la sinagoga de Cafarnaún

Luk 4:31 Bajó Jesús a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y les enseñaba los días de sábado,
Luk 4:32 y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra iba acompañada de autoridad.
Luk 4:33 Había en la sinagoga un hombre poseído del espíritu de un demonio impuro que gritaba a grandes voces:
Luk 4:34 «¡Ah! ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Bien sé que eres el Santo de Dios».
Luk 4:35 Jesús le ordenó diciendo: «Cállate y sal de él». El demonio arrojó al poseso en medio; salió de él sin hacerle daño.
Luk 4:36 Quedaron todos pasmados, y mutuamente se hablaban diciendo: «¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder impera a los espíritus y salen?».
Luk 4:37 Por todos los lugares de la comarca se divulgó su fama.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

En la sinagoga de Cafarnaún

No me gusta hablar de los satánicos, porque… no me gusta, porque no es bueno hablar del mal y los malos, pero hoy el Evangelio nos dice que los satánicos creen en Dios, en Jesús. Y también nos cuenta cómo Jesús hizo salir al demonio de ese pobre hombre que estaba poseído por Satanás. 

Hablemos de los satánicos, de estos que van por las Iglesias y roban el Cuerpo de Cristo, porque creen, porque tienen fe, y la fe de los demonios hace pervertir a los hombres, que en vez de dar Gloria a Dios, se dan al mal y se unen en el satanismo.

Y hay, hay gente que pertenece al club de los satánicos. Gente que han sido niños, que siendo bebés, eran preciosos y rollizos, que invitaban a besarlos y a quererlos, que fueron creciendo, y algunos tuvieron fe, vivieron la fe, amaron la fe y pertenecieron  a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y usaron de los sacramentos y vivieron la filiación de hijos de Dios, herederos del Cielo eterno, y ahora se van irremediablemente para el Infierno.

¡Aún estás a tiempo! ¡Rectifica! Sí, sé que eres satánico, sé que valoras a Satanás, no como a una criatura de Dios, sino que lo tienes como a un dios. ¿Por qué?…

La maldad empezó a anidarse en tu corazón, y la cobijaste en tu mente con el odio, porque mataste el amor. No sabes amar, no sabes amarte a ti mismo, a ti misma; y prefieres ofrecer sacrificios a Satanás, que sacrificarte por tu propio bien. Deja el mal, regresa al bien. ¡Eres libre!

Dijo Jesús: “-¡Cállate, y sal de él!”

Amén.

Recemos por los satánicos, para que amen a Dios sobre todas las cosas, a Jesús de Nazaret, que es el único Dios verdadero, el Mesías salvador, tu Señor.

La Iglesia espera a los que han sido satánicos, los espera para entregarles el amor de Dios, en la Confesión, en la Comunión, en la santidad; y con las llaves de Pedro, puede y quiere abrir este Cielo que te has cerrado tú mismo-a al hacerte satánico.

Dijo Jesús: “-¡Cállate, y sal de él!”

¡¡Viva la Iglesia de Cristo Rey, Señor y Dios de cielos y tierra!!

P. Jesús

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