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3 de septiembre de 2017

Domingo 3 de Septiembre de 2.017

Evangelio:

San Mateo 16, 21-27

Vas a padecer tú también; ¡la que te espera!

Mat 16:21 Comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resucitar.
Mat 16:22 Pedro, tomándole aparte, se puso a amonestarle, diciendo: «No quiera Dios, Señor, que esto suceda».
Mat 16:23 Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: «Retírate de mí, Satanás; tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres».
Mat 16:24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame.
Mat 16:25 Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la hallará.
Mat 16:26 Y ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde el alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma?
Mat 16:27 Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras.
Mat 16:28 En verdad os digo que hay algunos entre los presentes que no gustarán la muerte antes de haber visto al Hijo del hombre venir en su Reino».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Vas a padecer tú también; ¡la que te espera!

Si no haces una buena boda, uuyyyyy, ¡la que te espera!; vas a padecer, como a Jesús le hicieron padecer los ancianos, los príncipes de los sacerdotes y los escribas. 

Cuando te cases, ten en cuenta que todos los que van a participar de tu boda, todos esos que invitáis, van a influir en vuestra vida, porque no sois una isla, porque, aunque os puede agradar estar solos, ¡no lo estáis!; ella tiene familia, y él tiene familia; así que os lo digo claro y alto: vas a padecer tú también; ¡la que te espera! Tiene que llevar a la boda, tu fe, esperanza y caridad; pero sobre todo, lo que se va a valorar de ti, son tu fidelidad, misericordia y justicia. Todos te están observando; la boda puede ser buena o mala; será una buena boda, si aceptas a toda la familia, la tuya y la de tu cónyuge; y debéis proponeros ser lámparas de fe para todos, ser fuente de reconciliación entre unos y otros, porque habrá roces y habrá sacudidas, porque la familia es necesaria, porque hay que demostrarle a Dios, que sus enseñanzas las pones en práctica con ella, con la familia.

Paciencia, mucha paciencia, la paciencia de la justicia. ¿Has visto tú a un juez que pierda la paciencia? No, pues no la pierdas tú tampoco, porque dentro de la familia, estás tú, que eres independiente, como cada uno de ellos, y, como todos, mereces un respeto, el de mostrarte, el de demostrar quién eres, eso por lo que Dios va a juzgarte y a sentenciarte, a premiarte o a repudiarte, en el juicio final. 

Harás una buena boda, si comprendes que no sólo tienes cónyuge, sino que tenéis una familia a la que atender, servir y disfrutar con ella, y que darles vuestras obras de fe, estas que te darán la felicidad terrenal y eterna. 

Tener paciencia, no quiere decir que debas ceder en los pecados que algunos pueden cometer, ni en alentar las crisis de identidad y la falta de fe. Tener paciencia, en aceptar que ellos son ellos, y tú eres tú; en que el amor une, y el desamor separa; en que puedes hablar de tu fe, y aceptar la falta de la suya, y vivir la tuya para bien de toda la familia. Sé como otro Cristo, sufriente y salvador. Únete a Dios, y ayuda a Jesús a salvar a tu familia. 

No critiques, no te quejes, y que tu criterio te haga ver el bien y el mal en todos y en todo; y haz planes para que su mal no te robe la fe, al contrario, que tu bien les de fe; tienes años por delante, no esperes victorias visibles ni invisibles; tú obra por fe, y deja que Dios se goce en los resultados, que, a veces, tardan AÑOS. Que todo lo que hagas, sea por amor a Dios, a Cristo, El que sufrió tanto por los suyos, por los ancianos, los príncipes de los sacerdotes y los escribas. 

¡Estás avisado-a!, haz una buena boda, pensando más en servir que en ser servido. Incluso acuérdate de amar al enemigo. 

¡Ya está casi todo dicho!, pero no todo, aun hay más. Vuelve mañana a leerme, y comprenderás cosas maravillosas.

P. Jesús

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