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3 de octubre de 2020

Sábado 3 de Octubre de 2.020

Tiempo Ordinario/26º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 10, 17-24

Llénate de alegría

17Volvieron los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre. 18Y Él les dijo: Veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo. 19Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y sobre todo poder enemigo, y nada os dañará. 20Mas no os alegréis de que los espíritus os estén sometidos; alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en los cielos.

21En aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito. 22Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo. 23Vuelto a los discípulos, aparte les dijo: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis, 24porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Llénate de alegría

Vuelve al encuentro de Cristo en la Eucaristía, y cuéntale, dile, lleno de alegría, que Dios Espíritu Santo ha estado trabajando en ti y contigo, y que vas a contarle los frutos de ser un buen discípulo de Jesús; dile que, en cuanto has tenido una mala tentación, has recurrido a la fe y te has signado o santiguado, que has pronunciado el nombre de tu Dios: Jesús, y que has vencido al mal, haciendo el bien y lo bueno.

Dile a Jesús en el Sagrario, que notas alegría en tu corazón con sólo saber que Él está allí y te espera y que vela por ti, para que todo te vaya bien y mejor, aunque te vaya mal, porque Dios sabe que del mal, si tú lo soportas, si haces bien teniendo mal, recibiendo mal, tu corazón recibirá la alegría con la paz, que te llegará el día aquel en que la oración tuya se cumpla por la acción de la Divina Providencia.

Algunos dicen que, para ser rico en dinero, sólo hace falta pensar en ello, en querer serlo, y que no hace falta nada más… Dejémoslo así, allá ellos; pero sí que rezar a Dios por tu riqueza, sea espiritual, moral, física o económica, hace que Dios Espíritu Santo te guíe, y sin tú darte cuenta, tus pensamientos te son propicios a hallar las ocasiones que te llevan a este éxito; sí que es cierto, y lo es, que cuando pones TODA tu vida en manos de Dios, Dios hace milagros en ti y contigo; aunque te aviso, que primero te limpia, y ya sabes que cuando toca hacer limpieza, todo se pone “patas arriba”, para luego tenerlo todo en su sitio, cada cosa en su lugar, y limpio, para tener un hogar feliz y en paz. Y eso hace Dios contigo, pero ¡cuántos se asustan con el proceso!, ¡tantos!, por las palizas que reciben al sacudir el polvo ¡para que espabile!, que algunos piensan que eso no es de Dios, y desisten de dejar al mismo Dios hacer limpieza A FONDO, porque también te aparta de la mala gente, ¡de la necia!, de la holgazana en cosas de la fe, y sobre todo de la mundana, aunque esté bien vestida de esa falsa caridad, que no trae a nada, sino que es fariseísmo puro y duro. Ah, esa limpieza ¡duele tanto!, tanto o más que la personal, pero Dios también tiene que llevarla a cabo, porque al fin y al cabo, la vida va de tu éxito, de tu santidad, de tu riqueza personal. Sí puedes ser un hombre rico en valores, para conformarse en el que todos desprecian, porque sucede, y lo verás claro que así es, sucede siempre, si uno se toma en serio esto de la santidad, o es un elegido de Dios para una misión especial; que sí, que aún hoy en día, Dios quiere que lo sigas, y quiere que hagas cosas grandes por y para y con Él; así que ¡no mires para atrás!, deja que los muertos entierren a sus muertos; ¡no tires la primera piedra!; sacude el polvo de tu calzado, y ve a la de Dios, ese Dios que te trata de manera tal, que parece que te ha abandonado, ¡y no es así!, lo cierto es que te está limpiando, para que seas para Él, una muy buena herramienta de fe. ¡Ahora lo comprendes!, ¡menos mal!, ¡ya era hora, con lo que llevas sufriendo!, y me tenías preocupado, sí, porque yo veía que Dios te iba limpiando y tú sólo veías tus desgracias; ¡estas desgracias que te han pasado, que te están pasando, y son y serán ALEGRÍAS!; tú, ve al Sagrario, y cuéntaselo todo a Dios mismo, a Jesús, que pasó, casi casi, como lo mismo que tú, pero PEOR; ya sabes cómo terminó la cosa; a ti no te van a matar; ¡claro que lo intentan a base de sustos y disgustos!, de soledad a la carta, como es decidir, e ir a una, que te van a dejar solo para que escarmientes, para que “aprendas”; lo que ocurre es que tú no aprendes lo que ellos esperan, sino otras cosas mejores; aprendes que, aunque sea tu propia familia, tus más amigos y gente del trabajo, quienes te ponen de “cara a la pared”, allí has encontrado que NO VALEN LA PENA, que son malos, por sentenciarte a vivir así, como hacen ellos mismos; dándote lo que te dan, te hacen acudir a Dios, en tu soledad, porque no eres ningún tonto que se vende a un semejante para sentirse aceptado; tú conoces bien el bien y el mal, y sabes que todo el que hace mal, no es del Sumo Bien; así que, después del susto y el disgusto, piensas que es mejor estar solo que mal acompañado. Algunos, sin embargo, no sucumben y acuden a que “los perdonen”, de haber tenido sus propios sueños sin el visto bueno de ellos, sino que aceptan su misión a toda costa, incluso a costa de ver y reconocer que hay maldad y fariseísmo en quienes se denominaban más que buenos, ¡los mejores!; porque hay quien cree que la santidad se consigue en grupo, por el grupo, por el fundador del mismo; pero no, ¡te lo digo yo que soy sacerdote!, la santidad se consigue uno a uno; Dios con uno, y se comparten las obras de la fe.

Me he dado cuenta que, en algunos, hay muchas palabras, pero caridad, sólo la entienden en el sentido de dar dinero; y la caridad es una manera de vida total, integral, del que es verdaderamente un discípulo de Cristo Rey. Claro que siempre se peca, porque Dios ya lo dijo y es cierto: todos sois pecadores; incluso los santos fundadores lo fueron, porque se peca tanto y tantas veces, como cuando se vive sin caridad, cuando se vive por uno mismo, por los demás, y no por Dios, Uno y Trino.

Repasemos lo que es la caridad, es hacer todas las cosas, decir todas las palabras, permitir todos los pensamientos, aceptar a todas las personas, ayudar y servirte a ti mismo y a los demás POR AMOR A DIOS, hacerlo todo pensando en AGRADAR a Dios; y ¿quién es capaz de hacer esto?, ¿de intentarlo?… ¡los “locos”!, los que tienen ideas fijas, sueños imposibles que Dios mismo hace posible; porque si lo han soñado y es algo bueno y hace el bien, es que Dios lo quiere, y es un elegido del Amor; porque tiene que hacerlo todo por Dios, vivir por Dios, que es Amor, dando amor, sí o sí, y porque sí. Pero dar amor, no es ir por ahí “haciendo el amor” a todos, practicando, como deporte, el sexo, que algunos jovencitos y jovencitas, así lo creen, creen que amar es entregarse físicamente, y esto no es así. Me tienen muy preocupado los adultos que no ayudan a los jóvenes, porque, hablan, algunos, mucho de santidad y abusan de la juventud, no les explican las cosas como son realmente, sino como dice la moda actual que son. Porque, volviendo a la caridad, hay quien está más interesado en el dinero de la caridad, que en vivir la caridad, esa que Dios quiere, esa que todos saben que los santos han tenido y tienen, y pocas veces tiene que ver con el dinero; porque dime, dime tú, ¿cuántos santos han tenido dinero?; alguno hay que fue incluso rey, es cierto, sí, pero lo que abunda más es la santidad sin dinero.

Estoy pensando, que si antes, la gente, los fieles, se unían para hacer templos de piedra, ¿por qué no se unen para hacer fábricas y dar trabajo a los que necesitan pan, el pan de cada día?… A Dios le gusta el trabajo en equipo, bendijo a todos los que trabajaron para hacer cosas buenas para Él, dar comida a los hambrientos; pero tú, tú que eres inteligente y listo, ¿no has pensado que ya sería hora de dar a Dios, como ofrenda, por ejemplo, una fábrica para sacar adelante las familias, con un trabajo bien hecho, ofrecido todo a Él, al Rey de Cielos y tierra? Ayudaos unos a otros, porque Dios iba a pescar, y no se comía Él todos los peces, ¿verdad?, Dios ayudaba a pescar, y te ayudará a ti a hacer mucho más por los demás, porque ayudar a que la gente se gane el pan con el sudor de su frente, ¡eso es caridad! Te animo a ti, que tienes talentos comerciales, a que seas un líder, y os unáis muchos, no sólo para rezar, sino para trabajar y que cada uno se gane el pan; si en vuestros corazones hay bondad, Dios pondrá lo demás; ¡eso sí!, hay que trabajar, y os llenareis de alegría, porque la alegría de un trabajo bien hecho, compartido y con caridad, es una alegría personal, individual, íntima y también colectiva, y todos os amaréis más. Muchos santos han aliviado el sufrimiento de los dolores físicos, de la enfermedad, pero en los países ricos, de eso se ocupa el Estado; pues entonces os doy la opción de que se una toda una parroquia para poner legalmente alguna ocupación para poder mantenerse en la fe y económicamente. Los santos de estos nuevos tiempos, tienen que adaptarse a las nuevas necesidades de hoy en día, y el trabajo, en un ambiente moral y creyente, ayudaría a la fe; muchos tendrían fe, si alguien capaz los uniera para salir de la crisis económica y de fe, ayudándoles a servir a los demás con un trabajo, hecho en oración y siempre con caridad; y al ser para Dios, todos trabajarían más y mejor, y los productos serían de primera clase. Hijo, hija, te hago un llamado: evangeliza poniendo fábricas, tiendas, vendiendo y dando trabajo digno y que dignifique al mundo entero. ¡Hay tántas cosas por hacer los santos de estos tiempos modernos! No tengáis miedo de uniros para trabajar en colectivo, y ser DE CRISTO.

Llénate de alegría, y como los setenta y dos, que fueron de dos en dos, uníos todos para dar y tener juntos una vida digna, la vida de las obras de la fe; y ¡llénate de alegría!

Yo creo en ti, y en ti, y en ti; y en ése, también; creo que podéis hacerlo, podéis uniros y rezar, y empezar con caridad y en caridad, a hacer un trabajo bien hecho, que juntos y unidos os ayude a tener el pan de cada día; y os remito a la Eucaristía para que Dios mismo, Jesús, el Hijo, os dé la paz y la fuerza para serviros unos a otros como Él hizo, y había buena pesca allí donde solos fracasaron. Uníos para levantar, CON CARIDAD, la economía de vuestra familia, de la sociedad, para hacer un mundo mejor, donde el amor de Dios salga de vuestros corazones y os una por el trabajo en equipo. ¡Viva la caridad de la Iglesia Universal, la Católica, Apostólica y Romana! Trabajan juntas las monjas y salen adelante, y así juntas y unidas pueden vivir la fe; y lo mismo podéis hacer vosotros, de la misma parroquia, podéis uniros para seguir con la fe y cubriendo vuestras necesidades físicas y espirituales. Tú que perteneces a una parroquia, atiende mi llamado y dime que has entendido cuál es tu misión, vuestra misión de hoy para un futuro mejor. Sé que muchos me haréis caso, sé que nacerán, por mis palabras, ánimos en las almas santas. ¡Gracias!, hay que luchar para que la persona no pierda la dignidad; y todos necesitan el pan, tanto el físico como el espiritual; y por el Pan Eucarístico, Dios os ayudará a obtener, juntos y unidos, el pan físico. Tú, a ti te lo digo, habla con los de tu parroquia, y uníos para salir juntos de la crisis, para tener una mejor vida, que Dios siempre lo ha tenido claro, el que debéis comer para seguir escuchándolo a Él; por eso multiplicó los panes y los peces; y si os unís, os dará, Dios Espíritu Santo, la guía necesaria para poner una fábrica o un bufete de abogados, o una pequeña clínica, o… lo que sea, para que además de ayudaros vosotros, ayudéis a otros. ¡Hay que levantar, con fe, por la fe, para la fe, la economía; y todo, todos, CON CARIDAD.

Oídme y comprended que soy sacerdote de almas que vivís en cuerpos consagrados a Dios mismo y que pedís la intercesión en todo de la Virgen María; y Ella os quiere tanto, tanto, que os lleva bien apretados en su corazón bajo su Sagrado Manto de Amor Maternal. Y volvamos a recordar lo que dijo María, la Madre de Dios, en ese primer milagro de Cristo: “Haced lo que Él os diga”; Ella pertenece a vuestro sindicato, el de trabajar juntos y unidos por Dios, con Dios, obedeciéndole en todo; y aquel maravilloso día, el agua se tornó vino, y hoy, por Ella, por la Virgen María, muchas cosas maravillosas os pueden ocurrir; podéis, unidos como hicieron los sirvientes en la boda, bajo el mandato de Ella, la Virgen, Madre tuya y de Dios; y podéis, unidos, obedeciendo a Dios, disfrutar del milagro de su Amor; porque Dios os ama.

P. Jesús
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