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3 de marzo de 2018

Sábado 3 de Marzo de 2.018

2.º de Cuaresma

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 15, 1-3.11-32

El hijo pródigo

1Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2y los fariseos y escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos.
3Propúsoles esta parábola, diciendo:
11Un hombre tenía dos hijos, 12y dijo el más joven de ellos al padre: Padre, dame la parte de hacienda que me corresponde. Les dividió la hacienda, 13y, pasados pocos días, el más joven, reuniéndolo todo, partió a una lejana tierra, y allí disipó toda su hacienda viviendo disolutamente. 14Después de haberlo gastado todo, sobrevino una fuerte hambre en aquella tierra, y comenzó a sentir necesidad. 15Fue y se puso a servir a un ciudadano de aquella tierra, que le mandó a sus campos a apacentar puercos. 16Deseaba llenar su estómago de las algarrobas que comían los puercos, y no le era dado. 17Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia y yo aquí me muero de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. 20Y, levantándose, se vino a su padre. Cuando aún estaba lejos, viole el padre, y, compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello y le cubrió de besos. 21Díjole el hijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. 22Pero el padre dijo a sus criados: Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies, 23y traed un becerro bien cebado y matadle, y comamos y alegrémonos, 24porque este mi hijo, que había muerto, ha vuelto a la vida; se había perdido, y ha sido hallado. Y se pusieron a celebrar la fiesta.
25El hijo mayor se hallaba en el campo, y cuando, de vuelta, se acercaba a la casa, oyó la música y los coros; 26y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27El le dijo: Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un becerro,
porque le ha recobrado sano. 28El se enojó y no quería entrar; pero su padre salió y le llamó. 29El respondió y dijo a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin jamás haber traspasado tus mandatos, y nunca me diste un cabrito para hacer fiesta con mis amigos; 30y al venir este hijo tuyo, que ha consumido su fortuna con meretrices, le matas un becerro cebado. 31El le dijo: Hijo, tú estás siempre conmigo, y todos mis bienes tuyos son; 32pero era preciso hacer fiesta y alegrarse, porque este tu hermano estaba muerto, y ha vuelto a la vida; se había perdido, y ha sido hallado.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

El hijo pródigo

Los judíos pidieron a Dios su parte, y la malgastaron al renunciar al Mesías, a los bienes que Dios tiene y tenía: su Hijo Unigénito, que se hizo hombre; y Dios siguió esperándolos y sigue esperándolos, y no habrá fiesta hasta que regresen a la Verdad de la fe, a que Jesús de Nazaret es el Mesías. Y preguntaréis, entonces ¿quién representa al hijo bueno y fiel que tiene celos del regreso de los judíos, que van a regresar a la promesa que Dios les concedió desde que tienen uso de razón? Pues el hijo eres tú, tú que tienes el bautismo, tú que eres el hijo fiel que se quedó en casa y no malgastó la fortuna de Dios, que son las Gracias que su Hijo, Dios, el Mesías, Jesús de Nazaret, dio a los cristianos, a los bautizados, a la Iglesia de Dios, que Dios fundó. Tú, que tienes manía y rencor y rabia del hijo pródigo, de los judíos, que dice la historia que pidieron a los romanos que crucificaran a Jesús de Nazaret. Y Dios no quiere que tengas rencor, ni rabia, ni manía del hijo pródigo, de los judíos que van a regresar; y entonces será la fiesta, y tú deberías querer esta fiesta porque escrito está que Israel es el pueblo elegido de Dios, y que los judíos, al igual que tú, son hijos de Dios, y por tanto, sois hermanos.

Sé que has comprendido muchas cosas hoy. Sí, yo soy así, un día enseño más que mil días juntos, pero hay que propagar el evangelio cada día, y a veces necesitas que te atienda, hijo mío, hija mía, y yo quiero atenderte, y otras veces escucharte, y siempre amarte, en el mismo amor con que nos ama Dios.

P. Jesús

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