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3 de agosto de 2021

Martes 3 de Agosto de 2.021

Tiempo ordinario 18º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 14, 22-36

¡Señor, sálvame!

22Obligó luego (Jesús) a los discípulos a subir en la barca y precederle a la otra orilla, mientras Él despedía a la muchedumbre. 23Una vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar, y llegada la noche, estaba allí solo. 24La barca se había alejado de la tierra muchos estadios azotada por las olas, pues el viento le era contrario. 25En la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar. 26Al verle ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma. Y de miedo comenzaron a gritar. 27Pero al instante les habló Jesús, diciendo: Tened confianza, soy yo; no temáis. 28Tomando Pedro la palabra, dijo: Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas. 29El dijo: Ven. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. 30Pero, viendo el viento fuerte, temió, y, comenzando a hundirse, gritó: Señor, sálvame. 31Al instante Jesús le tendió la mano, le agarró, diciéndole: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? 32Y subiendo a la barca se calmó el viento. 33Los que en ella estaban se postraron ante Él, diciendo: Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios.

34Terminada la travesía, vinieron a la región de Genesaret, 35y, reconociéndole los hombres de aquel lugar, esparcieron la noticia por toda la comarca y le presentaron todos los enfermos, 36suplicándole que les dejase tocar siquiera la orla de su vestido, y todos los que la tocaban quedaban sanos.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

¡Señor, sálvame!

“¡Señor, sálvame!” Eso gritan muchos casados, muchos que contrajeron matrimonio en medio de la tormenta de un noviazgo inseguro y plagado de infortunios, pero la pasión de la tormenta en el mar, les hizo querer nadar sobre las aguas, y sin Dios, ¡se hundieron!

Amigos, hijos de Dios, este mes, tal y como os anuncié, las meditaciones del evangelio son oportunas para hablar del matrimonio, de los que quieren casarse bien, sin naufragar, sin tener que gritar llenos de dolor, cuándo ya es tarde: “¡Señor, sálvame!” Y sí, expresamente lo he puesto en masculino, porque es el hombre, aun hoy, quien propone con firmeza el matrimonio. Puede la mujer querer casarse, pero si el hombre no cede; no hay boda; así que también es el hombre el más responsable del fracaso matrimonial, y a él van dirigidas mis siguientes palabras: Sé de Cristo y navega en el mar de la confianza puesta en Aquel que te salva de todo mal, si navegas con Él; si sales a la mar, a la vida, con Él, no naufragarás. Dios debe de ser tu Rey, y la Virgen María, tu Reina.

Muchos fracasan en el matrimonio porque no aman a la Virgen María, porque no han confiado a Ella la intercesión de su vida.

Claro que hay mujeres que engañan, porque en la debilidad está la mentira, pero además de las palabras, uno tiene que ver, que observar la vida real de la mujer: ¿qué hace?, ¿qué ha hecho?

Sí, también hay hombres que mienten, y también una mujer debe de preguntarse si las obras, si la historia de este hombre en cuestión, tienen en su haber la práctica de sus palabras; ¡hay muchos charlatanes, hijas de María!

Ambos, a los dos os pido, que busquéis ante todo en el otro LAS OBRAS DE SU FE; así no tendréis que pedir socorro.

“¡Señor, sálvame!”; y Jesús responde: “-Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” Uno no puede dudar de que con Dios todo lo bueno lo ha de lograr en este mundo, incluso el caminar sobre las aguas.

Con Dios todo se puede, incluso hacer una buena boda. El matrimonio es otra cosa; primero hay la boda, luego vendrán los días del matrimonio, que serán mejores o peores, depende de cómo haya sido la boda. Mañana te lo explico, mi querido hijo, mi querida hija. Estoy convencido de que este mes, muchos más vendrán a leerme para saber y comprender. Que todo sea para mayor gloria de Dios, al que amamos, el que salva al náufrago.

P. Jesús

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