Lunes 29 de Noviembre de 2.021
Tiempo Adviento/1º
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Evangelio:
San Mateo 8, 5-11 El siervo del centurión 5Entrando (Jesús) en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole 6y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, atrozmente atormentado. 7Él le dijo: Yo iré y le curaré. 8Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo: di sólo una palabra, y mi siervo será curado. 9Porque yo soy un subordinado, pero bajo mí tengo soldados y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace. 10Viéndole Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe. 11Os digo, pues, que del oriente y del occidente vendrán y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
El siervo del centurión Fíjate en el evangelio de hoy, cómo a Jesús ni hace falta pedirle, sólo con exponerle el centurión que en su casa tiene un siervo paralítico, que yace con dolores muy fuertes, Él, Jesús, Dios, dice: “Yo iré y le curaré”. Y tú, ¿qué haces por Dios?; ¿esperas a que te lo pida, o ya, sabiendo su voluntad, cumples con los mandamientos de la Ley de Dios? Me temo que, ni pidiéndotelo, haces nada. A veces te crees tan importante, tan necesario en esta vida, que parece más bien que Dios debe arrodillarse ante ti y tus deseos, que tú ante Dios de Cielos y tierra. Creo que lo has entendido mal. Te lo diré: tú no eres ningún dios, así que, por favor, acéptalo y vive obedeciendo al que te dio la vida y puede darte vida eterna en su Seno, donde la dicha es sin fin, donde la Gracia es infinita, donde está la Madre bendita de Dios, y tuya: María Santísima. Vé a Dios. Sé de Dios. Reconcíliate con el Amor: Dios. P. Jesús © copyright |