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28 de mayo de 2020

Jueves 28 de Mayo de 2.020

Tiempo Pascual/7º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 17, 20-26

Levanta tus ojos al Cielo

(Levantando sus ojos al cielo, oró Jesús): 20Pero no ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mí por su palabra, 21para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros, y el mundo crea que tú me has enviado. 22Yo les he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno, como nosotros somos uno. 23Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y conozca el mundo que tú me enviaste y amaste a éstos como me amaste a mí. 24Padre, lo que tú me has dado, quiero que donde esté yo estén ellos también conmigo, para que vean mi gloria, que tú me has dado, porque me amaste antes de la creación del mundo.25Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te conocí, y éstos conocieron que tú me has enviado, 26y yo les di a conocer tu nombre, y se lo haré conocer para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Levanta tus ojos al Cielo

¡Vaya, vaya!, pero… ¡hombre de Dios!, deja de mirar al suelo y levanta tus ojos al Cielo. ¡Ánimo!

No es duro creer, tener fe y cumplir con ella, la bendita fe cristiana católica, lo que es duro es el dolor que producen las obras y palabras de nuestros enemigos, sean de la familia, o amigos, o el mundo. Es duro que los que amas te hagan daño, ¡y precisamente por tu fe! Sé lo que se siente… ¡no te cuento!, pero quiero que sepas que lo paso y lo pasé, porque es de fe que los fieles a Dios van a sufrir mucho en este mundo. Pero también Dios nos dará alegrías; ¿cómo?… repasemos la Historia y comprenderás que unido a María, la Madre de Dios, vas a disfrutar de la vida humana, porque si te falta vino, el vino de la alegría, de compartir con otros la felicidad de hacer las cosas bien, María se dará cuenta de tu tristeza, de tu mirada en el suelo, y le dirá a su Hijo, Cristo, Dios, le dirá que necesitas de su ayuda para disfrutar lícitamente de cumplir con tu deber de estado; y Dios obedecerá a la petición y a los mandatos de su Madre, y ¡te hará feliz!, tú y los tuyos.

Te lo digo en confidencia secreta, pero te lo digo a voces, y lo publico: los católicos, con la Virgen María a nuestro lado, ¡somos unos consentidos de Dios!, porque el lujo de tener y reconocer a nuestra Madre, la Virgen María, Madre de Dios, eso es una gracia, la gracia de la alegría, esa alegría que te falta para vivir bien tu vida. Si no tienes a María, si no la veneras y le rezas, ¡pobre de ti!, ¡qué pena tu vida!, una vida sin alegría, una vida sin fiestas ni vino en abundancia en la mesa, acompañado de amigos y, sobre todo, el Amigo, Jesús-Cristo.

Comprendo que andes por la vida mirando al suelo, porque si lo haces, ¡es que no tienes a María!, ¡vaya desgracia en tu vida!, vivir sin una Madre buena; eso es una desgracia, porque nadie puede vivir sin una buena madre, ¡nadie!, por eso Dios te la dio; por eso, a los buenos católicos, las cosas les van bien, y muchos dicen que tenemos demasiado dinero y bienes en la Iglesia, pero es que María intercede por nosotros, y Dios, por Ella, nos consiente. Así son las cosas, todo el mérito de lo que le dan y posee la Iglesia Católica, es porque María, como en las bodas de Caná, ve las caras de los que van cumpliendo con su deber, y ve que sufren por cosas humanas, y Ella, como buena Madre, conocedora del todopoderoso poder de Dios, va a su Hijo y le cuenta y le pide que dé vino a los esposos que se casan ante la presencia de Dios, haciendo las cosas bien; y como esto, todo lo bueno que hacéis, la Virgen quiere que lo disfrutéis, y se lo pide a su Hijo, y ya da órdenes a tu Ángel de la Guarda para que vaya a Jesús, y Jesús, Dios, le diga lo que tiene que hacer para aumentar tu alegría.

¡No peques, haz las cosas bien, cumple con tu deber de estado, con tu profesión y trabajo, y acude a María!; verás qué buena vida vas a tener. La clave, la contraseña es MARÍA, MADRE DE DIOS.

Levanta tus ojos al Cielo, ¡la Virgen ha pedido a su Hijo, Cristo, Dios, por ti!

P. Jesús
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