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28 de abril de 2021

Miércoles 28 de Abril de 2.021

Tiempo Pascual 4º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 12, 44-50

No rechaces tú a Jesús, Dios

44Jesús, clamando, dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado: 45y el que me ve, ve al que me ha enviado. 46Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47Y si alguno escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene ya quien le juzgue; la palabra que yo he hablado, ésa le juzgará en el último día, 49porque yo no he hablado de mí mismo; el Padre mismo, que me ha enviado, es quien me mandó lo que he de decir y hablar, 50y yo sé que su precepto es la vida eterna. Así, pues, las cosas que yo hablo las hablo según el Padre me ha dicho.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

No rechaces tú a Jesús, Dios

¡Amigo!, hazme caso, óyeme y escúchame, ¡no rechaces tú a Jesús, Dios!, porque la vida, sin la esperanza de la fe, es un tormento de buscar el placer carnal sin pensar que eres también espiritual, y cuando la enfermedad te visita, ¿qué te queda?… Siempre queda la bondad y el amor de la Virgen María, Madre de Dios, que con paciencia, te espera cada madrugada, detrás de la puerta, a que llegues a casa, después de tus juergas, que te apartan cada día más de la Gracia.

¡Vuelve a Casa!, María te espera.

La Virgen está esperándote en la única Iglesia verdadera, la de los enfermos y los que sufren, sí, la de los que llevan y viven la cruz, y la de los que llevando su cruz, ayudan a otros a sostenerse porque hay cruces muy pesadas, y están ahí, para que tú, ¡tú!, ayudes a llevarlas, porque tú puedes, puedes ayudar al necesitado, puedes aliviar al cansado; puedes socorrer al hambriento y puedes rezar por la paz en el universo.

María, la Reina de la paz, se une en oración, a todos los que llevando su cruz, ayudan a otros a aliviarlos de sus pesares. Los más santos, son los que ayudan a otros. Y a veces, ¡tantas!, los más santos, son los más enfermos, son los más necesitados, porque rezan, y la oración es el arma de la santidad. Reza, y Dios te hará santo-a, por tu fe.

Regresa a Casa, y ¡vuelve a la oración!; habla con Dios de tus cosas. Dios te ama. Ve al Sagrario y cuéntale tus cosas a Éste que tanto te ama, ¡Dios!, que murió por ti, ¡por amor!

No rechaces tú a Dios, sabes que es el Mesías, sabes que es Jesús, el Hijo de Dios y de la Virgen María, el que te salvó.

¡Estás salvado!

¡Vive la alegría de la gracia santificante!

P. Jesús

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