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27 de enero de 2021

Miércoles 27 de Enero de 2.021

Tiempo Ordinario/3º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Marcos 4, 1-10.14-20

La parábola del sembrador

1De nuevo comenzó (Jesús)  a enseñar junto al mar. Había en torno de Él una numerosísima muchedumbre, de manera que tuvo que subir a una barca en el mar y sentarse; y la muchedumbre estaba a lo largo del mar, en la ribera. 2Les enseñaba muchas cosas en parábolas y les decía en su enseñanza: 3Escuchad: Salió a sembrar un sembrador, 4y al sembrar, una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. 5Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y al instante brotó, por no ser profunda la tierra; 6pero en cuanto salió el sol se marchitó, y, por no tener raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre espinas, y, al crecer éstas, la ahogaron y no dio fruto. 8Otra cayó en tierra buena y dio fruto, que subía y crecía, dando uno treinta, otro sesenta y otro ciento. 9Y decía: El que tenga oídos para oír, que oiga.

10Cuando se quedó sólo, le preguntaban los que estaban en torno suyo con los doce acerca de las parábolas.

(Jesús les dijo)14El sembrador siembra la palabra. 15Unos están junto al camino, y se siembra en ellos la palabra; pero, en cuanto la oyen, viene Satanás y arrebata la palabra que en ellos se había sembrado. 16Asimismo, los que reciben la simiente en terreno pedregoso son aquellos que, al oír la palabra, la reciben desde luego con alegría,17pero no tienen raíces en sí mismos, sino que son inconstantes, y en cuanto sobreviene la adversidad y la persecución por la palabra, al instante se escandalizan. 18Otros hay para quienes la siembra cae entre espinas; éstos son los que oyen la palabra, 19pero sobrevienen los cuidados del siglo, la fascinación de las riquezas y las demás codicias, y la ahogan, quedando sin dar fruto. 20Los que reciben la siembra en tierra buena son los que oyen la palabra, la reciben y dan fruto, quién treinta, quién sesenta, quién ciento.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La parábola del sembrador

Hermano, amigo, sé que sufres porque aún no ha pasado el segador; aún estás conviviendo, relacionándote con todo el mundo, como debe de ser mientras no venga el segador, ¡que vendrá!, como vino el Mesías, ¡que vino, y es Jesús, Dios Hijo! Ten calma, ten mucha paz, esa paz que recibes de Dios mismo a través de los sacramentos. Piensa que está Satanás tentando a todos, y muchos caen, otros vuelven a levantarse pronto, otros no se levantan, otros se levantarán más tarde; pero sé consciente de esta realidad tuya: vives en el mundo donde el Sembrador sembró, y cada quien acepta o no, el Evangelio, la Buena Nueva, y cada quien es más fiel o se deja vencer por su egoísmo, su soberbia, por los que hablan y lo llaman a dejarse de esas “tonterías”, como creen que es la fe; pero llega el día aquel a todos, que les hace falta esa fe a la que han renunciado algunos, y levantan su vista por primera vez del suelo, buscando a alguien que, con su ejemplo de vida, les demuestre que la fe vive en la tierra: ¡tú!

Alégrate de ser tú una persona de fe viva. Te buscarán muchos ojos y te hallarán al pie de la Cruz de Jesucristo, consolando a su Madre Bendita, a María Virgen y Madre de Dios. Allí te buscarán: en el sufrimiento. Porque sólo buscan, cuando sufren y saben que, en los que sufren, está el amor de Dios, y está Dios contigo, que sufres tanto por esos que no quieren saber aún nada de Dios; pero llegará el momento, el día, la hora, que te buscarán al pie de la Cruz. ¡Seguro!

Estáte pendiente, porque van a venir a que les seques las lágrimas de sus desgracias; entonces, tú, las secarás; porque eso hace un buen cristiano, tener misericordia y enseñar al que no sabe. Aprende, aprende mucho, porque van a venir por ti; todos esos que sufren, te necesitan; sírvelos, como Cristo los sirvió a todos, que a todos amó con el amor de proclamar la Verdad; Dios te ama y te quiere santo; sé santo. Dilo, diles que pueden ser santos todos estos que han pecado tanto y que incluso te tentaron para que tú pecases, y ¡menos mal que no lo hiciste!, porque ahora te necesitan más que cuando decían necesitarte para que fueras con ellos a todas partes, con esa libertad del pedante, del que se cree dios y… y, ¿ves? Ves como acaban todos; mal, muy mal, sin Dios. Menos mal que tú fuiste un loco a sus ojos, ¡bendita locura!; de esa cordura cristiana, van a necesitar y necesitan y quieren.

Dales de tu fe; puedes, ¡puedes! ¡Debes!

P. Jesús

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