Saltar al contenido

27 de agosto de 2016

Sábado 27 de Agosto de 2.016

Evangelio:

San Mateo 25, 14-25.27-28

Parábola de los talentos

Mat 25:14 Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Porque es como si uno, al emprender un viaje, llama a sus siervos y les entrega su hacienda,
Mat 25:15 dando a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad, y se va.
Mat 25:16 Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco.
Mat 25:17 Asimismo el de los dos ganó otros dos.
Mat 25:18 Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo.
Mat 25:19 Pasado mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas,
Mat 25:20 y, llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: “Señor, tú me has dado cinco talentos; mira, pues, otros cinco que he ganado”.
Mat 25:21 Y su amo le dice: “Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor”.
Mat 25:22 Llegó el de los dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me has dado; mira otros dos que he ganado”.
Mat 25:23 Díjole su señor: “Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor”.
Mat 25:24 Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: “Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste,
Mat 25:25 y, temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí lo tienes”.
Mat 25:27 Respondióle su señor: “Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío, con los intereses.
Mat 25:28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez”.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Parábola de los talentos

Sigamos hablando de dinero. Perfecciónate en tu trabajo, estudia más para hacer mejor tu profesión, y siendo mejor profesional, darás más gloria a Dios, que de eso va la vida, de hacer rendir los talentos que Dios da a cada uno; Sí, también a ti.

Ven, hablemos tú y yo…

Ya sé que te han dicho que no vales nada, que mejor no hubieras nacido, que eres un caso perdido. Pero… ¿¡Es qué no sabes la Gran Noticia!? Dios vino al mundo a cambiarnos la vida, y de torpes e ignorantes, de publicanos y de no ser de su Pueblo elegido, ¡nos quiere con Él!

¡¡¡Sí!!!… ¡¡¡A ti también!!!

Tengo que gritártelo, muchacho, y abrazarte fuerte, porque la emoción me puede, y quiero que te quede claro, que Dios nos hermanó, y que ahora, tú y yo somos hermanos en Cristo.

Ay, ¡¡¡qué alegría!!!

Parece que el corazón me va a explotar de amor y felicidad. ¿No sientes mi amor por ti? Di que sí, ¡di que sí!

Y no creas a los pesimistas y mentirosos, créeme a mí, y ¡confía en Dios! Dios no puede equivocarse, Dios no se equivoca, y te creó; tú vives por su Voluntad.

Vayamos a celebrarlo. Ven, ven…, y tú también, y el otro, y ése… ¡que también venga! Vayamos a la Iglesia, confiésate y comulga, y todo te irá mejor; y de ser un desgraciado, con la Gracia de Dios, al recibirle en la Comunión, en la Confesión, ¡ya verás las maravillas que vamos a hacer todos juntos!; ¡¡¡vamos a cambiar al mundo!!! Este es mi sueño, cambiarlo para mejor, unidos todos a Cristo, el Salvador.

Tú vales mucho. Yo te amo en Cristo, y Cristo confía en ti.

Si las cosas no te han ido muy bien, que digamos, hasta ahora, Dios puede cambiarlo; y si tu madre ha sido una pesimista, acude a la Madre de Dios, Ella es optimista; Ella, María, dijo “Sí” a Dios, y por Ella y con Ella, ahora tú y yo somos hermanos en Cristo, somos verdaderos hijos de Dios, con una herencia a cobrar: El Cielo Eterno, para toda la eternidad.

Ven. Déjame decirte que tienes unas grandes cualidades, que aún ni tú mismo, ni tú misma, has descubierto, pero yo sé, por mi fe, por la Fe, que las tienes, porque como a todos, a ti también te ha dado Dios talentos, para que los utilices y no los entierres, por estas palabras que te han dicho, de que no vales nada, de que no sirves para nada, de que todo lo que tocas, lo haces mal; ¡no es cierto! Ocurre que eres un cisne, y estás viviendo entre patos. Ya sabes el cuento infantil, ése, ¿verdad? Pues eso es lo que te ha pasado; busca a tu Padre Dios y a tu Madre María, Madre de Dios y tuya, y ven a las aguas claras, donde los cisnes pasean, mientras dejas atrás tu mote de “patito feo”, porque por Cristo y con Cristo, ya no eres el mismo, eres de la estirpe de los santos; ¡tú, para santo! Sí, sí, después de haber pecado tanto, tú, ¡tú! para santo.  ¡Vamos amigo-a!

P. Jesús

© copyright