Sábado 25 de Enero de 2.014
Evangelio:
San Marcos 16, 15-18 Dios pide Mar 16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
Dios pide ¡Sacerdote!, ve a predicar el Evangelio. Y tú, laico, al igual que el sacerdote y el religioso, vive el evangelio. Hablemos de San Pedro, que ayer me quedó pendiente, y es bien interesante la vida de nuestro primer Papa. Pedro, como los otros once, también él recibió el poder de expulsar demonios; y ¿es que hay muchas personas que tienen demonios?… porque si Dios da este poder, es que debe de haber, ¿no?; y de ser así, ¿no se va muy “alegremente” confiando en la gente e imitando a personas que no son Dios?, vamos, que realmente, garantía de bondad, sólo la tiene Dios, Rey. Y es que a veces, hay quien me dice que no entiende a la gente, que siguen la moda, que siguen conductas muy exigentes, sobre todo físicamente, pero que las siguen porque están de moda. Y sí, es así. Pero volvamos a San Pedro, que por miedo de su vida negó a Jesús, negó conocer y pertenecer a Jesús, Dios. Pero, de haberlo reconocido, ¿lo habrían matado también y nos habríamos quedado sin Papa?… Hay tantas cosas que pensar, que discernir. Dios comprende el miedo, el pánico, Dios sabe que tú, tú tienes miedo, y no te juzga, te da otra oportunidad, ¡una tras otra!, aunque como Pedro, tu por tus palabras y hechos hayas negado a Dios. Dios sabe que tienes miedo, que la vida es dura, y los enemigos de Dios buscan tu vida para ponerte de escarmiento. Si tú como Pedro, has negado a Jesús, ¡vuelve!, regresa a la fe; abandona tu dolor de la negación y no sigas negando más, ve a la Iglesia, haz una buena confesión, aléjate del mundanismo y sigue sirviendo a Dios. ¡Sacerdote!, Dios te llama, sí, he dicho que te llama, te llama porque te Ama. ¡Ve!, y ahora ya no niegues más a Dios, sino que coge las riendas de tu iglesia y transforma tu vida, vive la fe ¡a tope!, poniendo a Dios como Rey de tu conciencia. Mañana hablaré de ello, de quién debe reinar en ti ¡para siempre!; ¡ánimo, amigo! P. Jesús © copyright |