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25 de agosto de 2016

Jueves 25 de Agosto de 2.016

Evangelio:

San Mateo 24, 42-51

Estad preparados

Mat 24:42 Dijo Jesús a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor.
Mat 24:43 Pensad bien que, si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa.
Mat 24:44 Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.
Mat 24:45 ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien constituyó su amo sobre la servidumbre para darle provisiones a su tiempo?
Mat 24:46 Dichoso del siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así.
Mat 24:47 En verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda.
Mat 24:48 Pero si el mal siervo dijera para sus adentros: “Mi amo tardará,”
Mat 24:49 y comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con borrachos,
Mat 24:50 vendrá el amo de ese siervo el día en que menos lo espera y a la hora que no sabe,
Mat 24:51 y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Estad preparados

Tienes que cubrir tu vida. Debes proteger tus intereses, es bueno que tengas un plan para llegar a la Vida Eterna.

¿Y por qué no?

La tienes gratis, la Vida Eterna. Dios vino al mundo, y por Él, sólo por Él y Gracias a Él, tú, ¡tú! puedes vivir eternamente en la felicidad perpetua de ser amado por todo un Dios, ¡Dios!, el único y verdadero Dios.

Esta es la Buena Nueva. Este es el Evangelio: ¡Gritar al mundo que puede vivir eternamente, si tiene un plan y lo sigue, sabiendo la contraseña!

¡Y la contraseña es JESÚS!

El camino o plan de vida, es IMITAR A JESÚS.

¿Qué más quieres?

No me pierdas el tiempo pensando sólo en las cosas terrenas. Que hay que pensar en ellas, ¡claro! Es parte del plan: tener una misión en esta vida, SERVIR a los demás en esta vida, con tu vida.

¿Qué haces con tu vida?

¡Ya basta de perderme el tiempo! ¡Dios te necesita santo, perfecto!

Sé bueno, muy bueno y trabajador. No te canses de trabajar y servir a los demás. Sé amable, esto es también servir a los demás.

Dios te ha dado unas aptitudes, unas cualidades, para que las desarrolles.

¡No me estés perdiendo el tiempo, pensando en sexo o en dinero, o en venganzas, o en lo que te han hecho! ¡Deja lastre!

Si necesitas de sexo, cásate con una persona que busque la santidad, si nó no va a funcionar jamás. Y el sexo sin amor, cansa, y se busca a otra persona para practicarlo, porque cansa no ser amado y practicar sólo sexo, aunque sea con la persona que crees que te has casado, pero que si no ha sido con amor y por amor, entonces ¿hay verdadero lazo matrimonial? Hay que estar pendientes de esto, no sea que te  creas casado y no lo estés. ¿Qué pasaría? Lo más triste para ti, para vosotros: ¡que la Gracia de Dios y la ayuda propia de Dios, que da por el sacramento del matrimonio, no estaría con vosotros, y todo serían pleitos y dolor y más dolor! Haced las cosas bien. No os engañéis, el matrimonio es para toda la vida. Y funciona el sacramento matrimonial, funciona, si se casa uno como Dios manda.

Y en cuanto al dinero, está bien que lo recibas en pago de tu trabajo social. Es normal y de sentido común, que el que trabaja, gane dinero.

Todo lo bueno y todo el bien que hagas, es lo que debes hacer, es parte de este plan para preservarte y tener la Gracia de una Vida Eterna.

Sí, se puede ser feliz aquí y en el Cielo.

No pongas todo tu corazón y todas tus fuerzas y todos tus pensamientos en nadie humano, porque van a decepcionarte, ¡es ley de vida! Hay personas malas, otras cometen errores, otras pasan crisis, y todas son pecadoras. Por eso no pongas tu corazón en nadie más que en Dios, y Dios te dará, de los demás, lo que es bueno para ti. Acéptalo. No busques, no pidas por tu cuenta, deja que Dios se ocupe de que te quieran, y te querrán bien. Cuando uno ama a otro más que a Dios, cuando uno pone a otro como dios de si mismo, no funciona ¡jamás!; el otro no quiere ser dios, y se escapa, y se va, usando a veces de errores y pecados que comete, porque su misma naturaleza le dice que no es Dios y no quiere serlo; nadie quiere ser el dios de nadie, trae esto muchas responsabilidades y frustraciones, porque cada quien sabe sus limitaciones, y si no las sabe, debería saberlas; lo que unos a otros deben darse, es ayuda mutua, es amor, pasado, antes, este mismo amor, por amor a Dios. Porque los ladrones que nos acechan, son estos sentimentalismos que nos llenan de prejuicios, de odios y venganzas, de soberbia y orgullo, de malos pensamientos y mala fe, de envidia y celos. ¡Esos son los ladrones que hacen perder el Cielo Eterno!

Hay que combatirlos con la oración, con los sacramentos, con cumplir el manual de buen funcionamiento del hombre, que son los Diez mandamientos de la Ley de Dios y los cinco mandatos de la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica y Romana. Hay que amar y servir al Papa, con la bondad de ser fieles al Magisterio de la Iglesia, con el estudio de nuestra fe y la esperanza puesta en Cristo, y la caridad misma de imitar a Jesús, Dios Hijo. Y dejarse amar por Dios, Uno y Trino, y ser parte de la Familia Divina y parte de la Sagrada familia. Hay que amar y pedir ayuda a la Virgen María, Madre de Dios, y hay que querer y saber de San José, y confiar en que podemos ser como él, que él, San José, es como nosotros, como tú.

Estad preparados, que los ladrones son los de casa, tú mismo, con tus imperfecciones. Pero vino Dios al mundo, en el cuerpo y alma de Jesús, y redimió al mundo de sus pecados, de sus robos, por ser cada uno, esos ladrones que, por no portarse bien, hacen mal, ya sea a si mismos o a los demás, y entonces todo está perdido; se pierde la santidad, se pierde la Vida Eterna. ¿Por qué? Por no saber, por ignorancia, por no dominar el temperamento, por falta de fe, esperanza y caridad.

Tú puedes salvarte, porque Dios ya te salvó, sólo hace falta tu firma junto a la suya, a los pies de la Cruz, esa cruz de aceptar que vivimos en un valle de lágrimas y que la felicidad reside en hacer lo que se tiene que hacer, en perdonar todo mal que nos hacen y en apartarnos del mal y los malos, y coger tu cruz y seguir a Jesús, con la alegría de hacer feliz a Santa María, Madre de Dios, que nos espera en el Cielo Eterno, para eternamente besarnos continuamente con sus tiernos besos, el corazón, que lleno de dolor por la imperfección nuestra y de los demás, ahora sufre, pero que si sólo tenemos un Dios que es Jesús, y destronamos a todos esos dioses humanos, incluso al ego, entonces podemos ser felices ya en este mundo, porque somos felices pensando en la Fiesta Celestial. Cuando uno sabe que pronto va a ir de fiesta, se prepara para ella, y ya su corazón se llena de alegría; allí verá a personas amadas, allí se reencontrará con personas que hace tiempo que no ve, e irá acompañado por los que viven con él, y será un día maravilloso, una fiesta maravillosa, y ya parece que el corazón se llena de alegría y se ensancha. Pues entonces, ocurre lo mismo con la Fiesta Celestial; ¡Tú vas a ir! Hayas hecho los pecados que sea, pero si has pedido perdón a Dios en la confesión, si te has ganado indulgencia plenaria, entonces, ¡Tienes el Cielo ganado!, ¡¡Seguro!! Porque las llaves las tiene Pedro, el Papa, y tú eres de Casa, eres católico, apostólico y romano, por lo cual, ERES SALVADO POR JESÚS.

Estate contento, porque vas de Fiesta. ¡Prepárate! La dicha y la felicidad Eterna te esperan. Amén.

¡Qué alegría! ¡Vamos todos a la Fiesta!

P. Jesús

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