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23 de octubre de 2020

Viernes 23 de Octubre de 2.020

Tiempo Ordinario/29º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 12, 54-59

La verdad está en Jesús

(Jesús) 54A la muchedumbre le decía también: Cuando veis levantarse una nube por el poniente, al instante decís: Va a llover. Y así es. 55Cuando sentís soplar el viento sur, decís: Va a hacer calor. Y así sucede. 56Hipócritas, sabéis juzgar del aspecto de la tierra y del cielo; pues ¿cómo no juzgáis del tiempo presente? 57¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? 58Cuando vayas, pues, con tu adversario al magistrado, procura en el camino desembarazarte de él, no sea que te entregue al juez, y el juez te ponga en manos del alguacil, y el alguacil te arroje en la cárcel. 59Te digo que no saldrás hasta que hayas pagado el último ochavo.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La verdad está en Jesús

La verdad está en Jesús, ¡no seas hipócrita!

¿Quién demostró que era Dios?, ¡Jesús!; entonces, no digas que no tienes suficientes pruebas, que necesitas más información; y mientras tanto, te das a la fornicación, al adulterio, y haces un sinfín de pecados más, con tal de que pase el tiempo, y esperas que, como profeta, Dios se presente delante de ti y te diga quién es.

Si tú sabes bien cuando se prepara el tiempo para llover, entonces conoces bien los síntomas de lo que puede hacer una persona y de lo que sólo puede hacer Dios; dime: ¿Por qué nadie más, nunca más, ni antes de la venida de Jesús, hizo tales milagros como Él hizo en nombre de Dios?… Sabes bien los síntomas, conoces bien el poder de Dios; entonces, ¿a qué esperas para declararlo tu Rey y Señor?, ¿a qué aguardas para honrarlo?…

En el Evangelio de hoy, Jesús habla del Purgatorio; y te digo que es cierto, que hay un lugar así, donde tantos van y sufren con dolor, esos pecados que no confesaron, que podían confesar pero que no fueron confesados, porque ¡son tibios!, fueron tibios, y ahora sufren esa falta de fe.

Anda, ve a confesarte y haz las cosas bien; sólo necesitas de humildad ante Dios, no tienes que humillarte ante los hombres, ¡ante nadie!, sólo tienes que ser humilde ante Dios e irte a confesar, reconociendo que caíste en la tentación y que no tenías que haberlo hecho, sino que tenías que haber resistido, tenías que haberte apartado de pecar, tenías que proteger tu fe.

Empieza de nuevo, porque Dios, a cada segundo, te da la oportunidad de volver a empezar.

Empieza otra vez a perseguir el éxito de tu fe.

¡Ánimo!

Te espero en el confesonario.

Fe.

P. Jesús
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