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23 de enero de 2018

Martes 23 de Enero de 2.018

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Marcos 3, 31-35

La voluntad de Dios

31Vinieron su madre y sus hermanos (de Jesús), y desde fuera le mandaron a llamar. 32Estaba la muchedumbre sentada en torno de Él, y le dijeron: Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan. 33Él les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? 34Y, echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor suyo, dijo: He aquí a mi madre y a mis hermanos. 35Quien hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La voluntad de Dios

Todos somos uno en Cristo. Su Madre, María, es uno en Cristo, en Dios, en su Hijo Dios, por ser su Madre y por ser de la especie humana. Es decir, todos los humanos tenemos el sello del pecado original, y esto nos declara descendientes de Adán y Eva. Y aunque María nació plena de Gracia, de no haber sido por su Hijo, Dios, Jesús, Hijo de Ella, la plena de Gracia y Dios, ¿hubiera muerto María, si era plena de Gracia y no llevaba consigo la marca del pecado original?; ¿tenía que morir María? No. Y por cumplir con su misión, ser la Madre de Dios, no murió, porque su Hijo e Hijo de Dios, Jesús, el Cristo, murió y resucitó; y después de morir, fue al Padre, y abrió el Cielo, que estaba sellado por el pecado original.

No sabemos qué hubiera pasado con la Plena de Gracia, María, si no hubiera dicho libremente “sí”, a la propuesta de Dios, de que sería la Madre carnal de Dios Hijo, Ser divino, la segunda persona de Dios, de Dios, Uno y Trino. Así que no podemos jugar a teólogos, porque la realidad es la que fue, que María, la bella María, la singular María, dijo que sí, que sería la Madre de Dios, y además de dar su “sí”, dio sus obras, cuidó de su Bebé, de su Niño Jesús, de Dios.

Dios necesitó cuidados, porque era hombre como todos los hombres, y necesitaba cuidados maternales, alimento y cuidados físicos, que el casto San José se ocupó libremente de dárselos.

Os dije, hace unos días, que os contaría sobre la necesidad que hay de sobrevivir, de cuidarse y sobrevivir, porque desde el pecado de nuestros primeros padres, existe el sufrimiento.

Te daré un consejo muy valioso para sufrir menos: sé discreto; habla menos y reza más.

Y continúo con el tema.

Los que cumplen con la voluntad de Dios, esos son los hermanos y madre de Jesús, Dios, porque esos que tienen a Dios por Padre, por el director espiritual de su vida, y cumplen con su voluntad, que es igual para todos, que es el cumplimiento de los diez mandamientos, y es conocer, amar y servir a Dios Hijo, el Mesías prometido, ¡que ya llegó!, y dio la Buena Nueva, ¡el Evangelio!, el que existe Jesús, Dios, nacido de la Virgen María, la Plena de Gracia, que es la Puerta del Cielo, porque Jesús, Dios, vino del Cielo, ¡de Dios!, y al morir va al Cielo y lo abre para todos los mortales, para su Madre y para ti.

Dios te ama y te entrega la dicha de vivir en el Cielo después de morir, si haces como su Madre, que dijo sí a Dios, y cumplió con su misión, que Dios, por medio de un Ángel, se la comunicó. Tu misión, amigo, amiga, la tienes que decidir tú con Dios, ¡sólo los dos! Y si algunos te dicen que tú te puedes equivocar, que es cierto, te puedes equivocar, pero también se equivoca, muchas veces, la persona que han adjudicado a ti, con el nombre de director espiritual; ése, ¡ése también se equivoca! ¿Es más fácil, o más difícil, que se equivoque el interesado, o uno al que han adjudicado la radicalidad de ser tu guía espiritual, y no siempre es el mismo; en cambio, tú siempre sí que eres el mismo, la misma? Sí, prefiero la “guía espiritual”, al dominio del director espiritual. ¿Por qué los Papas no pueden ser de ningún grupo católico de la Iglesia?… Medita en esto. Te hará bien. Amén.

Hay que cuidarse, porque se necesita del alimento del cuerpo y del alimento del alma. ¡Hay que cuidarse!; ¡cuídate!, por favor, y únete siempre a Dios, como lo hizo la Virgen María, que no tenía director espiritual, ni tampoco lo tuvo San José.

Un consejero, o varios consejeros espirituales, ¡está bien!, pero siempre hay que ponerse de rodillas en la presencia de Dios, y preguntarle, de tú a tú, a Cristo en el Sagrario: ¿qué quieres de mí? Si no tienes claro tu vida, las decisiones grandes e importantes, como casarte, como ser consagrado o religioso, o sacerdote, eso ¡que espere!, que espere lo que haga falta, pero no vendas tu alma con las prisas o las decisiones de otros, que ellos tendrán que dar cuentas a Dios por todo lo que dicen y hacen, ¡como todos!

Te deseo una relación muy personal con Dios, y contigo mismo; el que te conozcas bien y sepas que lo más difícil no es lo que Dios quiere de ti, porque lo que mucho te cueste, puede que no puedas cumplirlo y peques, y el que peca va al Infierno. No hay que tentar a Dios y medir con Él las fuerzas. Tú eres como Él te quiere, y si te cuesta la pureza, ¡cásate!, ya hay suficientes personas que han hecho daño a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Mejor ser un sencillo carpintero, que un rey corrompido. Ya me comprendéis. Yo quiero vuestra santidad, y tanto se puede santificar un buen y humilde esposo, como un cardenal. La santidad, amigos de Dios, está en el contenido del corazón, ¡jamás del bolsillo o del cargo accedido! Sed santos como Dios, Jesús, es Santo. Eso os deseo de todo corazón y con todo mi corazón.

¡Nos seguimos leyendo!

P. Jesús

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