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21 de noviembre de 2017

Martes 21 de Noviembre de 2.017

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 19, 1-10

Intentaba ver a Jesús par conocerle

Luk 19:1 Entrando Jesús, atravesó Jericó.
Luk 19:2 Había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico.
Luk 19:3 Hacía por ver a Jesús, pero a causa de la muchedumbre no podía, porque era de poca estatura.
Luk 19:4 Corriendo adelante, se subió a un sicómoro para verle, pues había de pasar por allí.
Luk 19:5 Cuando llegó a aquel sitio, levantó los ojos Jesús y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy me hospedaré en tu casa».
Luk 19:6 Él bajó a toda prisa y le recibió con alegría.
Luk 19:7 Viéndolo, todos murmuraban de que hubiera entrado a alojarse en casa de un pecador.
Luk 19:8 Zaqueo, en pie, dijo al Señor: «Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si a alguien he defraudado en algo, le devuelvo el cuádruplo».
Luk 19:9 Díjole Jesús: «Hoy ha venido la salvación a tu casa, por cuanto éste es también hijo de Abraham;
Luk 19:10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». 

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Intentaba ver a Jesús par conocerle

Otro que, como tú, sabe poco, no llega a la altura de la fe, y va corriendo e intenta ver a Jesús para conocerle.

¡Por fin le has visto! Y además, te ha hablado, te ha dicho que quiere venir a tu casa, que vendrá a quedarse en tu casa.

¡Vaya alegría más inesperada! Jesús va a venir a tu casa.

Muchos no lo quieren en su casa, van a la iglesia, allí rezan, pero luego se van a su casa, y allí pasa lo que pasa. ¿Qué, qué pasa?…

Muchos no quieren a Dios en su hogar, allí manda el dinero, y se trabaja, se mira la televisión y se descansa, para volver a ir a trabajar y hacer dinero. Pero no tienen a Dios en su casa, van a Misa y punto. Punto y aparte.

Pero fíjate qué bien, ¿no?, Dios se ha invitado a tu casa, precisamente a la tuya, quiere ir allí para estar contigo, para quedarse en tu domicilio, para ser protagonista de tu vida diaria.

Estarás tan contento como Zaqueo, y cuando tengas a Dios en tu hogar, devolverás lo robado, y harás promesa solemne de ser bueno siempre, no sólo en la fila de ir a comulgar, sino también en tu hogar.

¡Vamos bien! ¡Has aprendido de Zaqueo!

P. Jesús

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