21 de mayo de 2016

Nos dice el Evangelio, que Dios abrazaba a los niños, que se enfadó cuando no dejaban que se acercasen ellos.

Dios te abraza como a este niño que eres y que sufres en ti mismo, por las cicatrices de tus pecados y de los pecados que contra ti, los demás han sentenciado.

Dios te sienta en su regazo y te mira a los ojos, para ver que no sientas dolor ni tristeza por las cosas que te han dicho, que has oído, que has visto y vivido.

Dios te abraza a ti, niño de cualquier edad, y quiere que te sientas niño y que con confianza, le persigas, como hacían aquellos niños de la historia del evangelio, que también querían acercarse a Jesús, como los mayores hacían. Ellos, los niños, como tú, también necesitan de Jesús, y quieren ser abrazados y bendecidos por Dios Hijo Jesucristo, el salvador del mundo, el que fue niño en el regazo de la Virgen María, entre sus cuidados.  

Tú, como Jesús, elige a María como Madre tuya, siendo Madre de Dios, porque puedes decir que se cumpla en ti lo dicho por Jesús: “Madre, recibe a tu hijo”.

Recibe a María y sé un niño para ella, y para Jesús que te espera.

Confía en Dios.

Sana tu corazón y sé ese niño del que habla Jesús, ese que va a heredar el Cielo Eterno, ¡tú!

Dios te Ama.