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20 de septiembre de 2019

Viernes 20 de Septiembre de 2.019

Tiempo Ordinario /24º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 8, 1-3

Algunas mujeres

1Yendo (Jesús) por ciudades y aldeas, predicaba y evangelizaba el reino de Dios. Le acompañaban los doce 2y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades. María llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; 3Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes, y Susana, y otras varias que le servían de sus bienes.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Algunas mujeres

Algunas mujeres acompañaban a Jesús; entonces, cómo ahora la mujer quiere independencia, si tiene autonomía sobre ella misma; y la autonomía y la independencia es no depender de nadie para sobrevivir, para vivir. La mujer soltera tiene que trabajar y cubrir sus necesidades vitales, para ser libre de seguir a Jesús, tanto si tiene vocación al santo matrimonio como si no. Hay tántas mujeres sujetas a otros por sus necesidades económicas. No saben o no quieren trabajar; una persona debe de ser capaz de cubrir sus necesidades básicas, debe, además de tener esta capacidad, debe de hacerlo, por su bien, porque el que recibe ayuda para lo básico, no es libre ni en lo básico, que es ser dueño-a de sí mismo.

Se piensa en estudiar y luego disfrutar de la vida. Se vive como rico, siendo pobre.

Hijo, hija, acepta tu pobreza, aunque tus padres sean ricos.

Si tú no sabes mantenerte, no puedes mantenerte, si otros tienen que pagar por tus sueños, no podrás realizarlos a tu manera, sino que será a la suya; y ya no serán tus sueños, sino que son ¡sus sueños!

Hay que ser realista, porque la fe misma es real, aunque forma parte de una esencia espiritual; esta esencia espiritual es real, como real es el cuerpo.

Si quieres estudiar, ¡gánate el sustento! No te gastes las horas de descanso de los libros, en fiestas, ¡trabaja en algo!, ayuda a tus padres, ¡haz algo!, pero no vivas ocioso, sino que estudia y trabaja; es imposible para la mente, estarse 16 horas al día estudiando; esto no lo puede hacer nadie; entonces, tienes tiempo para estudiar y para trabajar; puedes hacerlo, debes de hacerlo, porque es bueno que tengas tu dignidad en alza, esta autoestima, que muchas veces, tantas, es saber que uno mismo no puede por sí mismo, ni cubrir sus necesidades básicas.

El hombre, la persona, está preparada para servir; todos hemos venido al mundo a servir, pero quien necesita que le paguen lo mínimo para vivir, sin dar nada a cambio, ni trabajo, ni labor, ni respeto al que le proporciona el alimento y lo necesario para su sustento, entonces no disfruta de la vida, ¡es un siervo!, que no es lo mismo que ser un servidor, uno que sirve, porque tiene algo que dar a los demás, sea cobrando o sea recibiendo una satisfacción, la del deber cumplido por amor, hecho por caridad.

Ya han pasado los tiempos de vivir de limosnas, de donaciones; la mayoría de las personas pueden y deben trabajar, hacer una labor que compense sus gastos, que le de la dignidad de ser alimentado “a cambio de…”

Todo el que, además, critica mal de quien recibe un bien, el de su alimento, techo y vestido, ¡es un sinvergüenza!, no tiene vergüenza y roba de lo que le dan.

¡Cuántos hay que se quejan de sus padres, y los insultan! Ese-a que hace esto, no merece respeto, porque faltando al respeto de quien cubre sus necesidades vitales, osa criticar lo que él-ella no es capaz de conseguir por sí mismo.

¡Nadie te debe nada! ¡Ni Dios!

Tú debes de velar por ti en tus necesidades, tanto físicas como espirituales. ¡No te vendas! ¡Compra el campo! Sigue a Jesús, Dios, como lo hacían las santas mujeres; después de trabajar y sustentarse, iban a escucharle, le seguían, se gastaban su dinero en ayudarlo a Él, a Dios, a salir al mundo; no iban al mundo y pedían a los del mundo donaciones, sino que ellas-ellos, después de hacer su labor, recordemos que los apóstoles eran pescadores, pues ellos y ellas seguían a Jesús, propagaban la Buena Nueva, el Reino de los Cielos, aceptando lo que les daban, sin pedirlo, sin exigirlo, porque cuando Dios quiere que recibas, te lo da, no hace falta ni que lo pidas, llega a ti, normalmente vía tu trabajo laboral.

Es difícil para algunos, comprenderlo, pero os ayudaré a entenderlo. Tenedme paciencia y sabréis las cosas del Cielo y de la tierra, para vivir bien, sin traumas, sin depresiones, sin tantas malas tentaciones, que te llegan por tú criticar a los demás.

¡Hasta mañana, hijos del Sumo Bien!

P. Jesús
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