Miércoles 20 de Julio de 2.016
Evangelio:
San Mateo 13, 1-9 La parábola del sembrador Mat 13:1 Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
La parábola del sembrador Te han hablado de Dios, de su Bondad y su Amor por ti, y han hecho mella en ti estas santas Palabras, de la Verdad del Verbo Encarnado; estás meditando en ellas, y vienen los pajarillos, y te hablan de una mala entendida libertad, de unos sueños sin consistencia, de unos castillos en el aire, pero todo muy positivo, todo muy «guai». Y, ¿qué pasa? Que puedes dejar la fe, por la palabrería. Que puedes dejar la Palabra, por la ilusión efímera. Es como el jovencito imberbe, que no sabe nada de la vida, que no quiere saber nada de la misma, que suene a sacrificio, a sufrimiento… Quiere creer en sus sueños de niño, quiere que sea lo que pensó y quiso, y que no fue, pero quiere que sea, y quiere poner fe en este horizonte de sueños sin norte. Le han hablado de una fe simple, la de creer en sí mismo, en que lo que quiere puede ser, porque sí, porque la fuerza está en el interior, y que esa fuerza suya, y sólo suya, puede gobernar su destino. ¡Quitan a Dios, de un brochazo, de la vida de cualquiera!, y ponen quimeras e idealismos infundados en la imaginación, y no en lo que es. La fe no es esa clase de fe de la que hablan; la fe es en Dios, en un Ser superior, y no en uno mismo, que por no poder dominar, no puede ni dominar las necesidades vitales; puede controlarlas, y es bueno que así lo haga, para perfeccionarse en la virtud, en el servicio desinteresado de los demás, pero no puede decir blanco, creer que es blanco, cuando es negro, y muy negro. La fe es, tiene que ser, en Aquel que ha demostrado que se puede confiar en Él, el que Creó el mundo, vino al mundo, y nos dio la paz, muriendo por nosotros todos y cada uno, por ti. P. Jesús © copyright |