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20 de agosto de 2019

Martes 20 de Agosto de 2.019

Tiempo Ordinario /20º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 19, 23-30

Difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos

23Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo: ¡que difícilmente entra un rico en el reino de los cielos!24De nuevo os digo: es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos. 25Oyendo esto, los discípulos se quedaron estupefactos, y dijeron: ¿Quién, pues, podrá salvarse? 26Mirándolos, Jesús les dijo: Para los hombres, imposible; mas para Dios todo es posible.

27Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué tendremos? 28Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros, los que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente sobre el trono de su gloría, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29Y todo el que dejare hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por amor de mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna. 30Y muchos primeros serán los postreros; y los postreros, primeros.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos

Como os vengo enseñando, hijos de Dios, discípulos de Cristo, los casados sois iguales que los sacerdotes, en el sentido de que no sois de menor categoría, sino que, como los sacerdotes, tenéis un sacramento que os da la gracia de estado, por lo cual, teniendo a Dios, podéis seguir a Dios y ser llamados santos. No quiero que nunca más os sintáis abandonados de la Santa Madre Iglesia, como ocurre en muchos, que pensando que la santidad no es para los laicos, que no es para los que no sean sacerdotes o religiosos o laicos, llamados consagrados; que todos los laicos, por el hecho de ser bautizados, sois consagrados. Muchos sacerdotes piden desde sus púlpitos, que la Iglesia rece para que haya vocaciones, y seguidamente dicen: “sacerdotales y religiosas”. ¿Qué ocurre pues con los esposos? ¿Qué esperan entonces de los hijos de los esposos? Si Dios instituyó, primero de todo, el Santo Matrimonio en Adán y Eva, y todos hemos nacido de los primeros padres, ¿con qué respeto vamos a respetar a los padres, si los padres no se consideran de igual categoría moral y espiritual que los sacerdotes y religiosos? ¿Adónde están llevando algunos de la Iglesia Santa, tal aberración de conceptos? La santidad es para todos los fieles, y de la misma manera que el comer no tiene porqué pervertir a la persona, tampoco tiene que hacerlo el uso del sexo dentro del matrimonio. También se oye decir que los esposos deben ser castos; y la castidad es no practicar el sexo; esta es la denominación exacta de la castidad, la que entienden todos los jóvenes: el que no pueden tener sexo sin estar casados.

Si yo no fuera cristiano-católico, y analizara a los católicos, vería algunas cosas importantes que separan, a algunos católicos, del buen sentido común, de lo natural, ¿cómo es esto de la castidad en el matrimonio; cómo es que quieren algunos “vender” la idea de que los casados no sirven para santos, que son “esa clase de tropa”…; que cuando se pide por las vocaciones, se piden sacerdotes y religiosas-os?

Hermanos, amigos de Cristo, el que se casa, la que se casa, es por amor, no para servir con su unión a dar hijos al mundo, aunque realmente es así la forma y manera de que nazcan los hijos, por la unión de hombre y mujer. Si yo fuera un laico y quisiera casarme, ¡que soy sacerdote fiel y lo elegí libremente!, pero me pongo en la piel de un hombre que quiere amar a una mujer y cuidarla en todo y darle lo mejor, no la querré sólo unos días al mes, sino que la querré cada día, cada noche la amaré y la tendré en mis brazos como Cristo tiene en los suyos, de día y de noche, a la Santa Esposa, la Iglesia Católica. No me olvidaría de ella nunca, como nunca me olvido de mis fieles, como siempre los tengo presentes, aún en su ausencia; y velo por ellos y rezo al Padre por ellos, y doy mi vida sacerdotal por ellos, por cada uno de ellos. Pues, entonces, comprendo que un hombre que ama a una mujer, la ame siempre, la desee siempre; entonces pregunto: ¿por qué en algunas parroquias, en el curso prematrimonial, les dan clases de métodos naturales para no tener hijos? ¿Es que todos los que van a casarse tienen motivos graves para evitar los hijos por medios naturales? ¿Es que ya tienen que casarse hipotecando su misión de padres, al dinero? ¿Es que no tienen fe en este Dios que viste a los lirios del campo? ¿Es que se puede graduar el amor humano y sentir pasión sólo “cuando toca”? ¿Es que no es para los laicos el sacrificio, la mortificación, LA CRUZ? ¿Es que sí son esa “clase de tropa”, que sólo sirve para dar hijos que puedan ser sacerdotes o religiosos? ¿Qué ha pasado con la sensatez? ¿Es que para ser un esposo católico, uno tiene que ser eunuco 23 días al mes? ¿Es que es pecado desear a la esposa y querer vivir las delicias del cantar de los cantares, con ella, sólo con ella? ¿Es que la esposa sólo es un objeto de placer carnal para cuando debería descansar, y es cuando tiene que fornicar?

Eso ven los que miran desde afuera de la Iglesia, y, por eso y otras cosas más, no quieren entrar, no quieren ser santos. Y tantas almas se pierden, no por ricos, sino por listos.

No se le puede pedir a un hombre que ama a una mujer, que no desee hacer el acto sexual con ella, ¡no se puede! Porque el amor es pasión, porque la pasión enciende los deseos de poseerse en un sólo ser.

¿No dice la Iglesia, que si un matrimonio no se ha consumado, es nulo?

¡Que se aclaren muchos de la Iglesia!

No hay santidad, porque no hay amor.

Se basa el matrimonio según los ingresos económicos, no por el sacramento matrimonial. No se espera en Dios, se espera el sueldo. No se cree en Dios, se cree en los días que “no hay que hacerlo”.

Algunos, llamando “paternidad responsable” a controlar el nacimiento de los hijos, con ello llaman IRRESPONSABLE a Dios, por si, haciendo lo natural en la unión sexual matrimonial, nacieran hijos.

La responsabilidad es luchar por sueldos mejores, por viviendas mayores, por una educación basada en el amor, y no en vivir el mundanismo, el consumismo.

Dicen algunos: “El vecino, la vecina, tiene esto, aquello, hace esto y aquello; y yo quiero tenerlo, yo quiero hacerlo, por no ser menos”.

Muchos católicos van de acomplejados, sabiendo que sólo se salvan los que entran por la puerta estrecha, ya que muchos católicos han perdido el sentido del sacrificio, de ofrecer a Dios incluso lo lícito, lo que no hace tanta falta para vivir como un rey.

Os diré, que fueron algunos sacerdotes, que empezaron todo este meollo, porque en sus mentes, querían irse ellos de vacaciones y pasárselo bien, pero, para no hacer escándalo, indujeron a los padres de familias a ciertas necesidades.

Si os fijáis bien, cada vez más, algunos sacerdotes y algunos padres de familia, hacen más o menos lo mismo. Ambos van a Misa cada día, ambos rezan cada día un cierto tiempo similar, pero ambos tienen distinto sacramento. Los padres tienen que trabajar para mantener a sus hijos, para cuidarlos bien; y los sacerdotes, ¿qué hacen después de celebrar la Santa Misa?, ¿o es que con eso ya se les termina la jornada?; y mientras, durante el día, las iglesias están cerradas. ¿Qué es ser sacerdote? ¿Para qué existen las sacristías?, no sólo para ponerse las prendas para celebrar la Santa Misa. Está muy bien la cultura, pero los feligreses necesitan del cura, como los hijos necesitan de los padres, y no sólo para darles de comer, sino para dialogar con ellos, para saber qué les sucede, ¿qué problemas tienen?

Si yo veo la Iglesia Católica desde lejos, si fuera ateo, agnóstico, no me atraería nada humano de Ella; y si regreso a Casa, a Roma, a la Iglesia Católica, es por la influencia del mismo Espíritu Santo, porque, lo que es por algunos católicos, da pena que sean bautizados y demuestren su poca fe, con obras de indiferencia hacia el feligrés, o de menosprecio al hijo que puede nacer.

Hoy me he extendido mucho, mañana seré más breve.

Hijos buenos del Padre, tenemos que decir al mundo, que vengan a Casa, que vengan a Roma, a la Iglesia Católica; y debemos mostrarles con qué alegría y amor llevamos nuestra cruz, ¡cada día! Y para la cruz, no hay vacaciones.

Os quiero mucho; quizás no os guste que os diga lo que opino sobre lo que es opinable, que no es dogma de fe. Si es así, lo siento, siento haberos herido en vuestra mente, y pido a la Siempre Virgen María, que venga a confortaros el corazón con su “Sí”, el de la maternidad, porque Dios se lo pidió, pudiendo ser dada a la muerte, apedreada. ¡Esta es María!, ¡la Madre de la Humanidad Creyente!, la que amó con locura; y quisiera que todas las benditas mujeres católicas, la veneraran y la imitaran. Amén.

Soy un sacerdote fiel, mi Iglesia siempre está abierta, y yo dentro de ella para quien me quiera encontrar; ¡vivo por la fe!

P. Jesús
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