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16 de noviembre de 2017

Jueves 16 de Noviembre de 2.017

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 17, 20-25

El Reino de Dios no viene con espectáculo

Luk 17:20 Preguntado Jesús por los fariseos acerca de cuándo llegaría el Reino de Dios, respondiéndoles, dijo: «No viene el Reino de Dios ostensiblemente.
Luk 17:21 No podrá decirse: Helo aquí o allí, porque el Reino de Dios está dentro de vosotros».
Luk 17:22 Dijo a los discípulos: «Llegará tiempo en que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis.
Luk 17:23 Os dirán: «Helo aquí», o «helo allí». No vayáis ni le sigáis.
Luk 17:24 Porque así como un rayo relampaguea y fulgura desde un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.
Luk 17:25 Pero antes ha de padecer mucho y ser reprobado por esta generación».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

El Reino de Dios no viene con espectáculo

Hoy aprenderás que el Reino de Dios no viene con espectáculo; no lo esperes como algo distinto a otro día cualquiera, porque al igual que en Sodoma y Gomorra, en su último día de existencia, en el que los habitantes iban a sus cosas, igual será la venida del Reino Celestial. Por eso te digo que no tengas miedo.

Dolores siempre ha habido en la vida del hombre sobre la tierra, porque después del pecado original, la tierra sufre sus consecuencias; dolor y lágrimas, son la causa del pecado; y sigue el pecado en el mundo, está en todas partes, como la peste estuvo, como la crisis económica está, como el odio, la venganza, la injusticia, la pobreza, la enfermedad… todo esto vive en el mundo, y estará aquí siempre, porque el hombre no aprende de la historia, sino que muchos hombres quieren hacer su historia a costa del sufrimiento de los demás. ¡No hay libertad!

Vendrá Dios, como viene al que deja la oscuridad y cree, Dios llega a él y lo consuela, y vendrá Jesús a consolar a los buenos, y se los llevará al Cielo Eterno, para siempre jamás.

Si crees que quieres, inténtalo; conságrate, sé un laico consagrado, vive la castidad, mientras no te cases, y si no te casas, vive siempre en ella, porque es lo bueno para ti, para tu salud mental y física, para tu vida espiritual y moral, porque realmente el amor es más que la lujuria, el amor es un compromiso con otra persona de distinto sexo, y los dos con Dios, para el bien de ambos y lo bueno para los dos.

Vivir la pobreza, es bueno para todos, y es la manera natural de tener una vida sana, la de evitar todo exceso innecesario. No te hacen falta los regalos; lo que tú, como todos, necesitas es amor, y el amor no se paga por él, no se compra, sino que es la consecuencia de vivir la fe, de creer en Dios y amarle sobre todas las cosas y personas. Vivir la pobreza te hará fuerte en la fe, serás libre de ataduras, y las malas tentaciones tendrán un límite, de no pasar de lo lícito.

La obediencia es la alegría del vivir, vivir obedeciendo a Dios, que quiere que cumplas con los diez mandamientos de su Ley; es la alegría de tu corazón, es el gozo de hacer el bien y lo correcto, es perdonar aunque no te pidan perdón, es hacer justicia universal, en donde el bien gana al mal, en donde todo se perdona y uno se aparta de las ocasiones de pecar. La obediencia te da la seguridad, la paz, la tranquilidad de no vivir en la duda, porque la duda corroe, gasta, desgasta las potencias del corazón, que quiere por capricho, como al igual que un bebé consentido, más que con el libre albedrío.

Amigo, si eres capaz de consagrarte a Dios, sea con un acto individual y personal en una vida de relación de tú a tú con Dios, o siendo de algún movimiento o congregación católico, tú puedes ser muy feliz, porque la felicidad está en decidir y obrar en consecuencia, confiando en la Divina Providencia.

Decide dejar de dudar, y únete a una vida consagrada, viviendo la castidad, la pobreza y la obediencia. Tú puedes, ¡claro que puedes!, es más, es lo mejor para todo hijo de Dios.

Medítalo.

P. Jesús

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