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16 de diciembre de 2022

Viernes 16 de Diciembre de 2.022

Tiempo de Adviento/3º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 5, 33-3

El testimonio de Dios

Dijo Jesús a los judíos: 33Vosotros habéis mandado a preguntar a Juan, y él dio testimonio de la verdad; 34pero yo no recibo testimonio de hombres; mas os digo esto para que seáis salvos. 35Aquél era la lámpara que arde y alumbra, y vosotros habéis querido gozar un instante de su luz. 36Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan, porque las obras que mi Padre me dio hacer, esas obras que yo hago, dan en favor mío testimonio de que el Padre me ha enviado.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

El testimonio de Dios

¿Qué obras hizo Jesús, el Hijo de Dios? Muchas de ellas las puedes leer en el Evangelio; ¡lee!

Dios, Jesús, no se esconde de nadie, todos veían lo que hacía, todos lo conocían como al hijo del Carpintero, ese José, al que Dios, Jesús, amó tanto que lo eligió como padre putativo, adoptivo.

Amó Jesús, Dios, a San José, lo imitó incluso en su oficio de carpintero, y juntos trabajaron la madera, juntos hicieron obras humanas y divinas, porque juntos hicieron familia con Santa María, Virgen Inmaculada Concebida, para el bien de Dios y de los hijos de Dios, de todos.

La fe nos enseña que Dios es grande en su nacimiento como bebé de María y Dios. ¿No podía Dios hacerse hombre si quería? ¿Qué límites le pondrás a Dios?

Amigo-a, Dios no tiene límites, todo lo hizo sacado de la nada, en todo hubo un principio por la voluntad de Dios.

Dios, que es Padre, y es Hijo, y es Espíritu Santo; este Dios del que os hablo, es el Dios de nuestra fe, la fe que proclama la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la que el Santo Padre, desde Roma, guarda, para toda generación del hombre. Como la guardaron los judíos hasta que el hijo del Hombre, Dios Hijo, vino al mundo a cambiar las cosas, a dar la salvación a toda generación, ¿y, que pasó con los que habían nacido antes que Jesús, Dios Hijo, y ya habían muerto?, pues os digo, que lo mismo que los que mueren hoy en día sin conocer a Cristo, sin haberse bautizado, que Dios, en su misericordia, tiene en cuenta, conociendo el corazón del hombre, de la persona, tiene en cuenta, si pudiendo esa persona libremente elegir el bautismo, se hubiera bautizado. Sí, Dios lo sabe todo de todos, ¡también de ti!, por eso te ama tanto, por eso no te condena hasta después de tu muerte y pasando antes por tu juicio personal. ¡No desesperes de Dios!, porque Dios sí que te conoce bien, y sabe también, incluso, por qué te portas mal, y a veces tan mal, y es que no vives en su Gracia, ¡no estás en Gracia de Dios!, por eso pierdes las batallas de la fe, por eso sucumbes una y otra vez al pecado, por eso todo te va mal, aun yéndote bien económicamente o socialmente, porque te falta afecto, te falta cariño, te falta Amor del Bueno, del que viene de Dios; y vamos a remediar esto, hijo mío, hija mía, porque los sacerdotes podemos ayudarte y vamos a ayudarte; estamos dispuestos a ayudarte, sólo nos faltas tú. ¡Ven!

La Iglesia te espera.

Ya basta de dar tumbos por ahí, ya basta de ir sin rumbo, ya basta de sufrir tanto, ¡como un condenado!; y de hecho, estás condenado al Infierno, si no vives la fe libremente, consecuentemente, verdaderamente. Y algunos sólo tienen apariencias, aparentan lo que no son y quisieran ser, pues ¡vamos a ello, a serlo! ¡Ánimo!

Quiero, empero, antes de nada más, decirte, y muy claro, que NO HAY NI UNO DE BUENO EN LA IGLESIA CATÓLICA, ¡NI UNO!, porque sólo Dios es bueno. Así que no te escandalices de la maldad de muchos, ni de la hipocresía que hay en la Iglesia, ni tantos pecados que cometen los bautizados. Más bien, MARAVÍLLATE, y da gracias a Dios, si encuentras a alguno que haga, de vez en cuando, cosas buenas, agradables a Dios, loables para los hombres, porque si Dios dejó la orden de perdonar a tu hermano setenta veces siete, es que sabía que los de tu misma Iglesia, los de tu misma fe cristiana-católica, ¡te iban a hacer cada una!; uuuuyyyyy, así, que no me vengas con cara de sorpresa si ves que más de una vez te apuñalan por la espalda los mismos que deberían decir de ellos contigo: “mira como se aman”, pero no, ya Dios dijo que dividiría, por su fe, a los de una misma casa, padre contra hijo, madre contra hija… así que no me seas ingenuo y no esperes que en la Iglesia, en tu Parroquia, en tu congregación o grupo, sea distinto, ¡que no!, Dios no lo dijo, es más, volvamos a recordar hoy a Judas, así que lo que te espera en la Iglesia es encontrarte a un judas; total, cuenta la proporción, si de cada doce, uno te puede traicionar y todos los demás abandonar, ¡ya ves la que te espera en la Iglesia verdadera!, pero, ¡es lo que hay!, porque el trigo y la cizaña crecen juntos, y muchos son católicos por ser bautizados de pequeños, y luego al crecer, han perdido la fe, o están pasando crisis de ella, o nunca la han tenido, porque la fe es una cuestión entre tú y Cristo. Sí, he dicho entre tú y Cristo, y el Santo Padre tiene poco que ver con tu fe, incluso ni tu sacerdote, ni tus mismos padres tienen poco que ver con tu fe; es más, muchas veces el demonio te tienta a ver en ellos, por su manera de ser imperfecta, a unos enemigos de tu fe, y les coges manía, porque en la búsqueda de tu perfección, quieres poder imitar a alguien y miras a quien tienes más cerca, y viendo su imperfección te derrumbas. Pero hijo, hija, a quien tienes que imitar es a Dios, a Cristo, a Jesús.

Jesús, teniendo a San José como padre, se ocupó ya a los 12 años de las cosas del Padre. ¿Ves?… sí, sé que ves y descubres que hasta hoy, no es que hayas llevado muy bien todo esto de tu religión. Pues, ¡empecemos!

Mañana, la primera lección. ¡Hasta mañana!, te espero. ¡Ven!, y trae contigo a esos amigos incrédulos, sí, esos que están todo el día criticando al Papa, y también a ti, aunque no lo sabes; ¡ya te has enterado, pues!

Perdónalos, perdónalos y tráelos, o les envías el evangelio con mis meditaciones, para que espabilen, porque el Reino de Dios está cerca, cada vez más cerca, ¡seguro!

¡Hasta mañana! ¡Ven!

P. Jesús

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