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15 de enero de 2019

Martes 15 de Enero de 2.019

Tiempo Ordinario /1º

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Marcos 1, 21-28

Las maravillas del Amor

21Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado, entrando (Jesús) en la sinagoga, enseñaba. 22Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23Y luego, hallándose en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, comenzó a gritar, 24diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Te conozco; tú eres el Santo de Dios. 25Jesús le mandó: Cállate y sal de él. 26El espíritu impuro, agitándole violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. 27Quedáronse todos estupefactos, diciéndose unos a otros: ¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen. 28Extendióse luego su fama por doquiera en todas las regiones limítrofes de Galilea.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Las maravillas del Amor

En este mundo, donde el egoísmo del egoísta busca nuevas vías de expansión, cuando se encuentra con las maravillas del Amor, entonces se para y se pregunta: ¿me habré perdido alguna cosa por disfrutar?…

Todos los egoístas se han perdido el ayudar a los demás. Siempre han tenido muy claro sus intereses, y a por ellos, han puesto rumbo sus barcas, sin importarles el viento contrario, las violentas tormentas y el desánimo, y ¡siempre se han salido con la suya!, incluso a costa de derrumbar otros barcos; lo importante para el egoísta es navegar, y brújula, ¡no necesita!, porque dice que hace lo que siente en cada momento; entonces, le importa dónde está, no donde va, sino vivir el día. Normalmente, el egoísta no planifica, tiene suficiente con la fuerza de su propio egoísmo que, en un momento dado, si hace falta, hunde al barco que navega a su lado; para él, lo importante, ¡es él!, faltaría más, y se dice: “¿es que existe alguien más?”…

Y un día, en su travesía, le sale un tiburón y, aunque espabilado como es el egoísta, le da una vuelta al timón, cae al mar y empieza a nadar, pidiendo ayuda, gritando: “¡tiburón!, ¡¡¡tibuuuróóóóónnnnnnnn!!!…

Entonces ocurre algo maravilloso, que Dios siempre responde a las palabras de auxilio, aunque sean de un egoísta empedernido; y va Dios, Jesús, a su encuentro, y le ofrece su Amor, como cuerda de salvación. Y lo alza a tiempo, antes de ser comido por el voraz tiburón que cada egoísta tiene dentro de su corazón, donde se ahoga a sí mismo, con tanto “yo, yo, yo, yooooooooo”

Acto segundo, escena primera: El amor todo lo supera.

“¡Cállate y sal de él!”

Y el tiburón sale.

Y el egoísta, ¿qué hace?…

Acto segundo, escena segunda: El amor supera al egoísmo.

“¿Qué es esto? Una doctrina nueva y revestida de autoridad, que manda a los espíritus impuros y le obedecen.”

El amor tiene más fuerza que el propio egoísmo.

Escena final: El egoísta es vencido, derrotado por el Amor.

No hay trama, no hay nada… Silencio.

FIN

P. Jesús

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