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15 de enero de 2016

Viernes 15 de Enero de 2.016

Evangelio:

San Marcos 2, 1.3-12

Curación de un paralítico

Mar 2:1 Entrando de nuevo Jesús, después de algunos días en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa,
Mar 2:2 y se juntaron tantos, que ni aun en el patio cabían, y Él les hablaba.
Mar 2:3 Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro.
Mar 2:4 No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el terrado por donde Él estaba, y, hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico.
Mar 2:5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».
Mar 2:6 Estaban sentados allí algunos escribas, que pensaban entre sí:
Mar 2:7 «¿Cómo habla así éste? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»
Mar 2:8 Y luego, conociendo Jesús, con su espíritu, que así discurrían en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones?
Mar 2:9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete?»
Mar 2:10 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados — se dirige al paralítico —,
Mar 2:11 yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
Mar 2:12 Él se levantó, y, tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaban, y glorificaban a Dios diciendo: «Jamás hemos visto cosa tal».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Curación de un paralítico

Jesús demostró que era Dios, perdonó los pecados del paralítico de la misma manera que curó su cuerpo. Y lo hizo delante de muchos; delante mismo de los escribas, esos que intentaban encontrar algo malo en Dios. Y no es malo que Dios perdone los pecados; al contrario, todos necesitamos que nuestros pecados sean perdonados, para que así podamos ir al Cielo después de morir. Acordaos que Jesús, después de su muerte, resucitó y lo vieron vivo cientos de personas que dieron testimonio de esta verdad; entonces, ¡ten paz!, porque tu destino cristiano, es morir y resucitar.

¡Créetelo! Que es de fe. Y siendo de fe, ¡no hay más que hablar, porque se cumple y se cumplirá contigo, por tu fe en Jesús! ¡Ánimo, que si vas a morir, como todos, vas a resucitar como Jesús, si eres suyo; y lo eres. Lo sé. Entonces no temas a la muerte, porque la muerte fue vencida por Dios Hijo Jesucristo que vino al mundo a redimirnos, a salvarnos. ¿Quieres resucitar tú también? Sí, sé que quieres; entonces cree en tu fe, que es verdadera: hay testigos y hay la Palabra de Dios que lo dice varias veces en lo que quedó escrito. Recuerda al buen ladrón.Ves; otra vez tengo razón: Tú vas a resucitar después de morir, así que muere en paz. No puedes vivir para siempre; nadie lo ha hecho ni nadie lo hará; la vida del hombre tiene unos años y luego muere; no se puede hacer nada para cambiar esto, pero sí que puedes cambiar tu destino, sí que puedes resucitar como lo hizo Jesús; ¿cómo?, pues creyendo en Él, imitándolo en todo; sí, sé que es difícil, ¡es verdad! Te lo diré mejor: esforzarte en imitarlo en todo, sobre todo en la obediencia de su fe, de que su Padre Dios en todo lo que pide siempre da la salvación; y Jesús, como tú, murió, sí, lo sabes, sabes que Jesús sufrió mucho y murió en la Cruz, y sabes que luego resucitó; eso también lo sabes. Entonces mantente lleno de fe, porque tú vas a resucitar con Él. ¡Seguro! Sé que tienes miedo a la muerte; Jesús también temía y sufría, pero hay cientos de testigos que lo vieron vivo luego; ¡fíate de la verdad de los buenos! Fíate de la palabra de Dios. ¡Tú vas a resucitar! ¡Tú!

¡Aleluya!

Y la Virgen te espera, y te esperan en el Cielo tu Ángel de la Guarda, tus seres queridos que han muerto antes que tú, ¡volverás a verlos! Allí van a estar y ya para siempre jamás; no habrá más separaciones, no habrá más dolor ni angustia, porque Jesús, el Redentor te espera en el Cielo para abrazarte y no dejarte jamás sólo; allí, ¡por fin! Allí verás a Dios y ya no temerás nunca más nada, y esperarás a los que tanto amas y que van a venir, porque todos vamos a pasar por esta muerte que es el paso a la felicidad. No temas a la muerte, ¡Jesús la venció! Y ahora es la puerta al lugar más maravilloso del mundo, ¡a Dios!

Oh, amados, oh, amados; vamos a vivir para siempre; tú, yo, y todos los que amas y has amado. Tenemos una cita, el Cielo. ¡Vas a ir al Cielo, amado mío, amada mía! Por eso soy sacerdote, para que todos los que queráis podáis ir al Cielo. Ten fe, usa de los sacramentos, ¡que Dios te ama! Anda, anda, no seas perezoso, no me seas perezosa, porque ¡vas a ir al Cielo!, y, ¡para siempre! Coge el billete: Bautízate, cree, ten fe y vive haciendo buenas obras, las obras de tu fe.

¡No tengas miedo a la muerte! ¡Vas a resucitar!

P. Jesús

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