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12 de marzo de 2018

Lunes 12 de Marzo de 2.018

4.º de Cuaresma

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 4, 43-54

A punto de morir

43Partió Jesús de allí para Galilea. 44El mismo Jesús declaró que ningún profeta es honrado en su propia patria. 45Cuando llegó a Galilea, le acogieron los galileos que habían visto cuántas maravillas había hecho en Jerusalén durante las fiestas, pues también ellos habían ido a la fiesta. 46Llegó, pues, otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un cortesano cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. 47Oyendo que llegaba Jesús de Judea a Galilea, salió a su encuentro y le rogó que bajase y curase a su hijo, que estaba para morir. 48Jesús le dijo: Si no viereis señales y prodigios, no creéis. 49Díjole el cortesano: Señor, baja antes que mi hijo muera. 50Jesús le dijo: Vete; tu hijo vive. Creyó el hombre en la palabra que le dijo Jesús y se fue. 51Ya bajaba él, cuando le salieron al encuentro sus siervos, diciéndole: Tu hijo vive. 52Preguntóles entonces la hora en que se había puesto mejor, y le dijeron: Ayer, a la hora séptima, le dejó la fiebre. 53Conoció, pues, el padre que aquella misma era la hora en que Jesús le dijo: <<Tu hijo vive>>. Y creyó él y toda su casa. 54Este fue el segundo milagro que hizo Jesús viniendo de Judea a Galilea.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

A punto de morir

Tú, como el hijo del funcionario real, tú como hijo de Dios, estás enfermo, a punto de morir de disgustos… Iba a decir, de los disgustos que tu das, sin querer, y queriendo, a los demás; pero seré benevolente y también realista, y hablaremos de los disgustos que los demás, queriendo o sin querer, te dan o te han dado.

Para empezar, hubieras querido tener otros padres de los que no tienes, y acusas a Dios por ello, porque tú te merecías unos padres mejores, esos padres ideales que has forjado en tu mente. Hubieras querido que tu madre hubiera sido más cariñosa contigo y no tan autoritaria, y que tu buen padre hubiera sido menos indiferente a lo que a ti concierne, que parece que ni te ve, ni que existes para él. Él vive su vida y tú… tú, aquí “tirado”, a punto de morir…

Para empezar, ¡un abrazo!; para continuar, ¡una palmada de ánimo en esta espalda curvada!… (Iba a decir de tanto estar en el ordenador); y mira… ¡lo digo!: de tanto estar en el ordenador, en vez de ayudar a tus mayores…

Sé que ésta no te la esperabas de mí, pero bien… prosigamos.

¡Anímate hombre!, ¡Anímate mujer!, y acepta que ellos, tus padres, como tú, han estado más pendientes de sus cosas que de sus hijos. Si hubieran estado pendientes de las cosas de Dios, hubieran estado pendientes de ti, porque Dios, ¿qué quiere de los padres?, ¡eso mismo que hizo el funcionario real!, que vaya al encuentro de Jesús y pidan por tu salud.

¡Padres, id a Misa!

Jesús, presente en la Eucaristía, te espera a ti, que eres padre, y un padre como tu hijo: egoísta, ciego, falto de afecto. Y quiere que vayas a Él y pidas por su salud, porque se te está muriendo el hijo de falta de amor, ese amor que no le has dado nunca tú, ¡ni podías darle!, porque a ti tampoco te amaron tus padres como debían…

¿Tienen la culpa los pecados de los antepasados, de que ahora tu hijo, tu hija, esté enfermo-a, a punto de morir?…

Y te podría contestar así Jesús, Dios: “Eso ha ocurrido para que las obras de Dios se manifiesten en él.”

Porque Dios quiere que vayas a Él y PIDAS. Os lo vengo diciendo desde el principio, el que pidas; ¡por Dios!, ¡PIDE!

Pide para que Jesús pueda darte su amor a ti y a él, y ambos creáis, y con vosotros dos, toda vuestra casa; que desde esta hora, tengáis una vida en paz, de concordia, de aceptación y ayuda mutua, porque ¡hay que ayudarse!, padres a hijos, hijos a padres, nueras a suegros, yernos a suegras, hermanos con hermanos, porque ya Dios dio su Sangre por eso, para que el Amor de Dios, Dios Espíritu Santo, haya venido al mundo a consolaros de todos vuestros pecados: los tuyos, los de tus padres, los de tus hijos, los de tus antepasados, para que esos hijos que van a nacer de ti, de tus hijos, no quieran morir, ¡no los maten!, sino que vivan, que vivan, y vivan comprendiendo que no son hijos únicos, que el amor de padres debe repartirse y hay que aceptarlo así, porque sólo uno es el Verdadero Padre: ¡Dios!

Dios te Ama.

P. Jesús

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