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11 de febrero de 2020

Martes 11 de Febrero de 2.020

Tiempo Ordinario/5º  -Bienaventurada Virgen María de Lourdes

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Juan 2, 1-11

La madre de Jesús

1Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre de Jesús.2Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. 3No tenían vino, porque el vino de la boda se había acabado. En esto dijo la madre de Jesús a éste: No tienen vino. 4Díjole Jesús: Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? No es aún llegada mi hora. 5Dijo la madre a los servidores: Haced lo que Él os diga.

6Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres metretas. 7Díjoles Jesús: Llenad las tinajas de agua. Las llenaron hasta el borde, 8y Él les dijo: Sacad ahora y llevadlo al maestresala. Se lo llevaron, 9y luego que el maestresala probó el agua convertida en vino — él no sabía de dónde venía, pero lo sabían los servidores, que habían sacado el agua —, llamó al novio 10y le dijo: Todos sirven primero el vino bueno, y cuando están ya bebidos, el peor; pero tú has guardado hasta ahora el vino mejor. 11Este fue el primer milagro que hizo Jesús, en Caná de Galilea, manifestó su gloria y creyeron en Él sus discípulos.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) 

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

La madre de Jesús

Decidir ser seminarista, quizás te llevó a ser abandonado por tu madre, que dice que te quiere a su lado, al lado de una esposa, que a lo mejor te separará de ella, pero ella, tu madre, no sabe nada de tu futuro, sólo cree como muchos fariseos, porque puede que sea cristiana católica, pero como los fariseos, no vive la fe verdadera, ni quiere que otros la vivan, ¡tú!

A veces, tantas, a quien más tendrá que ayudar el seminarista, el futuro sacerdote, es a su familia, a su madre, a su padre, hermanos y parientes. Y para eso, para poder dar esta ayuda que todos necesitan, el seminarista necesita de una madre bendita, la Virgen María; Ella siempre estará a tu lado y te dirá, como le dijo a su Hijo Dios, Jesús, que en la boda se acabó el vino, la alegría que tantas veces se pierde en la familia, la alegría de vivir la fe, de ser felices por cumplir los mandamientos de la Ley de Dios; y ¡se acaba el vino!, y tú, seminarista, tendrás que acudir a Dios, en nombre de Jesús, y pedir a Dios Padre, sosiego, calma, paz, entendimiento y propagar el Evangelio. ¡Y podrás con ello!, porque la ayuda de tu Madre del Cielo, la Virgen María, siempre la tendrás, si siempre se la pides, si siempre te cubres bajo su manto de pureza, de virginidad. Un seminarista tiene que ser puro y casto. Si no lo fue antes de entrar en el seminario, debe de serlo a la que decida ser sacerdote algún día. El seminarista debe vivir la pureza, la castidad, como todo joven cristiano, esté o no en el seminario, porque Dios ama al que se ama a sí mismo como a los demás.

Acepta a la Virgen María, como tu madre celestial, tenle confianza y quiérela tanto, que Ella sabrá pedir a Dios de lo que necesitas, sin tu tener que recordárselo, porque es una Madre pura y santa, es la Madre del necesitado, y tú, tú, necesitas ser consolado.

P. Jesús
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