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10 de noviembre de 2017

Viernes 10 de Noviembre de 2.017

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Lucas 16, 1-8

Había un hombre rico

Luk 16:1 Dijo Jesús a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de disiparle la hacienda.
Luk 16:2 Llamóle y le dijo: «¿Qué es lo que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir de mayordomo».
Luk 16:3 Y se dijo para sí el mayordomo: «¿Qué haré, pues mi amo me quita la mayordomía? Cavar no puedo, mendigar me da vergüenza.
Luk 16:4 Ya sé lo que he de hacer para que, cuando me destituya de la mayordomía, me reciban en sus casas».
Luk 16:5 Llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi amo?»
Luk 16:6 Él dijo: «Cien batos de aceite». Y le dijo: «Toma tu caución, siéntate al instante y escribe cincuenta».
Luk 16:7 Luego dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?». Él dijo: «Cien coros de trigo». Díjole: «Toma tu caución y escribe ochenta».
Luk 16:8 El amo alabó al mayordomo infiel de haber obrado sagazmente, pues los hijos de este siglo son más avisados en el trato con los suyos que los hijos de la luz».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Había un hombre rico

Has leído el Evangelio, y estarás de acuerdo conmigo, con ver de lo que son capaces algunos, por el dinero.

Esos no saben del poder real de Dios, no saben que no hace falta mentir para sobrevivir con dignidad; no saben que Dios puede acercarte, en el momento menos pensado, a la persona, a la ocasión, que te traerá la solución del pan tuyo de cada día.

Muchos se venden la sociedad con Dios, por tener ahora, a las de prisas y corriendo, lo que creen un futuro asegurado; y nadie asegura nada, porque la seguridad es sólo para la fe. Quien tiene fe, tiene asegurada la vida terrena y eterna, asegurada la ayuda de Dios, que nunca falla, aunque pasen cosas malas, pero es que, de no pasar estas malas, pasarían peores; así que mejor, lo malo que lo peor, ¿no? ¡Claro que sí!

Ves que van pasando los días, y no te hablo de los consagrados, pero, ¡calma!, antes de consagrarse, uno tiene que saber lo que hace, por qué lo hace, y cómo lo hace. Y uno se consagra a Dios, ¡y punto!

El voto es con Dios, no con un determinado grupo, por muy buenos que sean, ¡que hay!, pero uno se consagra a Dios, sólo él y Dios; esto es la consagración: un pacto, un voto, una promesa de contrato, de por vida, vivir la vida amando a Dios sobre todas las cosas y personas, y entidades y fundadores, y padres, amigos o familiares; uno libremente, decide vivir haciendo el bien siempre. Eso es lo duro, hacer el bien siempre, pase lo que pase, digan lo que digan, ocurra lo que ocurra, te cuenten lo que te cuenten. ¿Estás dispuesto a consagrarte?… Mañana seguiremos hablando de ello.

P. Jesús

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