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1 de noviembre de 2017

Miércoles 1 de Noviembre de 2.017

Misal virtual de hoy AQUÍ

Evangelio:

San Mateo 5, 1-12a

Dios te espera

Mat 5:1 Viendo Jesús a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron sus discípulos;
Mat 5:2 y abriendo Él su boca, los enseñaba, diciendo:
Mat 5:3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos.
Mat 5:4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Mat 5:5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Mat 5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
Mat 5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Mat 5:8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Mat 5:9 Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Mat 5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.
Mat 5:11 Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí.
Mat 5:12a Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa».

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Dios te espera

Jesús, Dios, te espera, deja que te acerques y, abriendo su boca, te enseña con los Evangelios. En los Evangelios está la palabra de Dios, y tantos van a buscar en videntes, en brujos, la palabra que dicen que oyen, y que no es verdad en la mayoría de los casos, porque todo es por dinero, no como Jesús, que daba salud y repartía bienes y bienaventuranzas, a todo aquel que se le acercaba.

No hallarás palabra más grande que la que Dios, Jesús, habló, y que está escrita en los Evangelios. Lee y medita, y propaga la fe, y verás cambiar este mundo, que de hostilidad entre unos y otros, habrá la alegría de los bienaventurados.

Y, ¿quiénes son los bienaventurados?, lo son todos los fieles consagrados a Él, a Cristo Rey.

Algunos que dicen que son consagrados, pero no tienen caridad, son hipócritas, guías ciegos.

Hijos buenos, mirad siempre las obras de los que os hablan y quieren convenceros, porque las palabras son palabras, y hay que respaldarlas con hechos.

Os aviso, amados míos, que hay todo un plan para fines de lucro, en los que necesitados de afecto, de alimento espiritual, caen en manos de gente sin escrúpulos, porque la fe también da dinero, y algunos “venderían hasta a su madre” por este metal, el dinero, por estas monedas que necesitan para prosperar en su vida, y no precisamente en santidad, sino en economía. Sí, te dirán que hay gastos que cubrir, necesidades que pagar, pero atiende bien a las obras de sus hechos, más que a sus palabras, que se las lleva el viento, y junto a ellas, se va tu dinero. Tú puedes consagrarte a Dios, sin ser mercancía de nadie; vigila bien a quién te unes, porque hay quien es capaz de “vender a su madre”; y tantos han dejado perder a la Madre de Dios, por unirse en consagración a un Cristo que parece que no tuvo Madre, que parece que la Madre que lo trajo al mundo, no tiene nada que ver con Él; pero no es así, porque sin Madre, Él, Dios, Jesús, no estaría aquí.

Este mes va de hablar de ti, que eres un fiel consagrado, o que lo vas a ser, después de entender lo que es consagrarse, y que no tiene nada que ver, ni con estudios, ni con dinero, ni con posición social alta, sino que va de lo que siempre le ha interesado a Dios, ¡va de corazón!, de tu corazón; ¿dónde lo tienes?; si lo tienes con Dios, ¡eso está bien!; si lo tienes con el dinero, te recuerdo que no se puede amar a Dios y al dinero.

El dinero viene y va, el corazón siempre debe, tiene, que pertenecer a Dios; y siendo así, serás tú de los bienaventurados.

Te animo a seguir a Jesús, que es más que profeta, que es el Hijo de Dios y de la Virgen María.

Aprende de la Niña judía, la que se fió de la palabra de Dios, porque en su corazón tenía la esperanza de la fe.

¿Qué tienes tú en tu corazón?; este mes, leyéndome, lo vas a descubrir, porque este mes voy a hablar para los que son consagrados sin ser casados, sin ser religiosos, sin ser sacerdotes; este mes va de ti, que me lees y no sabes qué hacer con tu vida. Te lo diré: conságrate y vive una vida entre tú y Dios, una vida de oración, de contemplación y de buenas obras, todo ello estando en medio del mundo. ¡Qué difícil!, ¡sí!, pero no imposible, porque para Dios no hay nada imposible. Mañana te hablaré de algo maravilloso; te lo adelanto, mi querido amigo, de tu fe.

¡Hasta mañana!, ¡ven pronto!, te estaré esperando, porque sé de lo que necesitas saber, y te lo diré,

¡Mañana!

P. Jesús

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