Jueves 1 de Septiembre de 2.016
Evangelio:
San Lucas 5, 1-11 La pesca milagrosa Luk 5:1 Agolpándose sobre Jesús la muchedumbre para oír la palabra de Dios, y hallándose Él junto al lago de Genesaret, Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944) «Palabra del Señor» «Gloria a ti Señor Jesús» |
Meditación:
La pesca milagrosa El Señor te pide, como pidió a Simón, que le ayudes a propagar el Evangelio, porque hay que dar a conocer a Dios, a Jesús, y el Evangelio es esta Buena Nueva de la fe. Creemos por la Palabra Divina, por la Palabra de Dios, del Verbo. Todos necesitamos de todos, y sin Dios no podemos vivir. Todos necesitamos de la Bondad de Dios para ser alguien, para sentirnos alguien, y cuando los que tienen a Dios en si mismos, por recibirlo en la Comunión, sirven a los demás, dan bondad; por su bondad, teniendo a Dios, los demás notan a Dios, reciben la bondad de Dios, que nosotros damos por los méritos de Dios mismo, que vive en nosotros y nos hace buenos, santos. Cuando, como Simón, llevamos al Señor en nuestra barca, para que todos le oigan, Dios nos utiliza para ser de ayuda a los demás. Tú eres ayuda de muchos, sin darte cuenta muchas veces; también cuando sufres, si tienes a Dios, ayudas a los demás, porque no es el sufrimiento lo que duele, sino que es el no saber sufrirlo. Seamos sufridos como lo han sido todos los santos, personas que aceptan el sufrimiento, tanto el suyo propio como el de los demás, y en vez de alejarse del que sufre, le acompañan, quizás en silencio, pero están siempre al lado del que sufre. A veces no hace falta nada más que estar al lado del que sufre, que nos vea a su lado, que sepa que nos tiene, aunque por su tanto sufrimiento, ni llama, sólo acepta tenernos a su lado. Estemos al lado de todos, porque todos sufren; incluso los que hacen sufrir, sufren. Dios necesita de ti, quiere subir a tu barca, y te llama con autoridad. Y ¿cómo llama Dios? Muchas veces, con las cosas que te pasan; siempre, en todo lo que haces, te llama a ti, precisamente a ti, y quiere que vayas mar adentro, adentro de tu sufrimiento, para que desde allí, oigan más su voz, los que están sin Amo, sin Pastor, los que aún no han dejado entrar a Dios en su barca para ir mar adentro en la vida de sufrimiento. Te animo a ser una barca para Jesús, Dios, y como Simón, llevarle allí donde Él, en su voluntad, con la Providencia, quiera ir. ¡Vé con Dios, hijo, hija! P. Jesús © copyright |