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9 de noviembre de 2016

Miércoles 9 de Noviembre de 2.016

Evangelio:

San Juan 2, 13-22

Los vendedores

Joh 2:13 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Joh 2:14 Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados;
Joh 2:15 y, haciendo de cuerdas un azote, los arrojó a todos del templo, con las ovejas y los bueyes; derramó el dinero de los cambistas y derribó las mesas;
Joh 2:16 y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad de aquí todo esto y no hagáis de la casa de mi Padre casa de contratación».
Joh 2:17 Se acordaron sus discípulos que está escrito: “El celo de tu casa me consume”.
Joh 2:18 Los judíos tomaron la palabra y le dijeron: «¿Qué señal das para obrar así?».
Joh 2:19 Respondió Jesús y dijo: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré».
Joh 2:20 Replicaron los judíos: «Cuarenta y seis años se han empleado en edificar este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días?».
Joh 2:21 Pero Él hablaba del templo de su cuerpo.
Joh 2:22 Cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Los vendedores

Siguen algunos, vendiendo en el Templo; muchos, se venden a sí mismos y dejan la fe; otros, venden ilusiones de fe a la carta, evitando los dogmas y proclamando que Dios no castiga; y Dios castiga, también en esta vida; no sólo en la otra, recibe uno de Dios, sentencia; en la otra vida, la sentencia es definitiva; en esta, es un regaño paternal, para que quien obre mal, cambie de conducta y decida unirse a la gracia santificante, que se recibe por usar de los sacramentos y la oración, y cumplir con los mandamientos, aceptando la mortificación.

Dios no quiere que se venda, a cambio de la fe, por la fe, en la Casa de Dios. Pero muchos, siguen haciendo oídos sordos, y son ciegos, guías de ciegos.

Dios no quiere lastimarte con su látigo, pero si sigues queriendo hacer comercio con la fe, vas a recibir algunos azotes, porque no se puede vender la fe, a mejor precio que otros; la fe es una, la fe es seguir a Cristo y cargar con tu cruz, y además, si eres consagrado, eres capaz de llevar la cruz de otros, ayudado por el mismo Dios, Jesús, que cargando con su Cruz, lleva la tuya y la de todos.

¡No hay nadie como Dios!; Dios lo ha dado todo por ti. Acéptalo y vive la fe, propagando el Evangelio, aceptando la maldad, y obrando siempre con caridad, como hizo Jesús, Dios.

P. Jesús

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