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8 de febrero de 2015

Domingo 8 de Febrero de 2.015

Evangelio:

San Marcos 1, 29-39

Jesús visita la casa del sacerdote

Mar 1:29 Luego, saliendo Jesús de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan.
Mar 1:30 La suegra de Simón estaba acostada con fiebre, e inmediatamente se lo dijeron.
Mar 1:31 El, acercándose, la tomó de la mano y la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Mar 1:32 Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados,
Mar 1:33 y toda la ciudad se reunió a la puerta:
Mar 1:34 curó a muchos pacientes de diversas enfermedades y echó muchos demonios, y a éstos no les permitía hablar, porque le conocían.
Mar 1:35 A la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Mar 1:36 Fue después Simón y los que con El estaban,
Mar 1:37 y, hallado, le dijeron: Todos andan en busca de ti.
Mar 1:38 El les contestó: Vamos a otra parte, a las aldeas próximas, para predicar allí, pues para esto he salido.
Mar 1:39 Y se fue a predicar en las sinagogas de toda Galilea, y echaba los demonios.

Sagrada Biblia. Nacar-Colunga (1.944)

«Palabra del Señor»

«Gloria a ti Señor Jesús»

Meditación:

Jesús visita la casa del sacerdote

¿Qué hay en tu casa, sacerdote amigo?; Jesús viene, y si necesitas consuelo, ayuda, ¡ánimos!, ¡cuenta con Él!; usa tú también de los sacramentos, por esto Dios enviaba a los suyos de dos en dos, porque no quiere que nadie se quede sin confesión; ¡hay que confesarse!, también los sacerdotes necesitan limpiar su alma y recibir el perdón de Dios, en confesión.

Es muy agradable a los ángeles, ver dos o más sacerdotes amigos, ayudándose uno al otro a la santidad, viendo su paciencia y obras y palabras de caridad.

Sacerdote, no tengas mal humor, no tengas mal carácter, y si lo tienes, por favor, acude a confesarte, porque Dios quiere darte su alegría y su Paz, y la recibes cuando un sacerdote católico te da la absolución de tus pecados y faltas.

Necesitas vivir feliz, amigo sacerdote, y la felicidad está en la santidad.

Mi deseo para ti es que Dios te haga santo, ¡amigo!

P. Jesús

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